Santiago García Aracil, arzobispo emérito valenciano de Badajoz, falleció ayer a los 78 años de edad, según sus familiares más cercanos, tras «sentirse indispuesto» y ser trasladado al hospital donde finalmente murió. Nacido en la ciudad de València, obtuvo la ordenación sacerdotal a los 23 años. Desde entonces, su carrera no dejó de ascender. «Era una persona maravillosa, muy humana y amante de la familia», indican a este diario su hermana y cuñado.

Tras ser nombrado cura ecónomo de Penáguila y Benifallim (dos pequeñas parroquias situadas cerca de la Sierra de Aitana), Santiago García recibió el encargo en 1971 de promover la pastoral juvenil en la diócesis, con lo que reinició en València el Movimiento de Graduados de Acción Católica mientras trabajaba en la fundación del Centro de Estudios Universitarios de San Pablo (CEU) de València, donde colaboró en la creación del Centro Superior para estudios de postgraduados.

En 1984, Santiago García fue ordenado obispo y auxiliar de monseñor Miguel Roca Cabanellas (arzobispo de València por aquel entonces). Tan solo cuatro años después fue destinado a Jaén como obispo diocesano, ejerciendo como tal durante 16 años.

Fue entonces, en 2004, cuando el Papa Juan Pablo II le nombró arzobispo para ocupar la Sede metropolitana de Mérida-Badajoz. Cargo que ocupó hasta 2015, cuando pasó a su situación de emérito y se trasladó definitivamente a València para pasar sus últimos años junto a su familia.