Su nombre científico es Callinectes sapidus, pero es más conocido como jaiba azul. Este cangrejo originario del Atlántico norte vive tanto en el mar como en aguas salobres, por lo que ver varios ejemplares campando a sus anchas en un garaje no es lo que uno espera encontrar cuando va a buscar su coche. Ha ocurrido este fin de semana en un aparcamiento del barrio de Ayora de València, donde han aparecido hasta 6 ejemplares de estos crustáceos. Los usuarios del garaje y el personal de mantenimiento elucubraban ayer teorías para explicar la inusual aparición de estos decápodos, que iban desde que se le hubieran escapado a un vecino hasta que hubieran llegado por sus propios medios, tal vez a través del alcantarillado o un desagüe.

Fue el sábado cuando uno de los usuarios del aparcamiento se percató de la presencia de estos llamativos animales -inconfundibles por su nada despreciable tamaño y el intenso azul de sus patas-. Uno de los cangrejos había sido aplastado por un coche, pero el otro estaba bien vivo y este vecino lo sacó de la instalación. El segundo avistamiento ocurrió ayer. La sorpresa del encargado de mantenimiento, Rafael, fue mayúscula al encontrar, en una primera inspección, a cuatro ejemplares desperdigados por el garaje. Horas después hallaría a otro más, un total de cinco. Su llegada, lejos de parecer una inocentada, es todo un misterio.

Lo cierto es que la jaiba azul no es una desconocida. Según los últimos datos disponibles de la Conselleria de Medio Ambiente, referentes al periodo 2014-2016, las primeras capturas de ejemplares se datan precisamente de hace cuatro años.

Crecimiento exponencial

Desde entonces se ha constatado un crecimiento exponencial e imparable de esta especie a lo largo de todo el litoral valenciano, apareciendo en el Parque Natural de la Albufera, las Salinas de Santa Pola, la desembocadura de los ríos Túria y Millars, en humedales como el marjal de Peñíscola, el marjal de Nules, el marjal de Pego-Oliva o el Prat de

Cabanes-Torreblanca. «Debido a su excepcional proliferación, esta especie exótica está considerada como una de las 100 especies invasoras con mayor potencial de expansión en el Mediterráneo», afirma el responsable de l'àrea de Conservació de la Fundació Oceanogràfic, José Luis Crespo. Se tiene constancia de la presencia del cangrejo azul en el Mediterráneo oriental desde hace varias décadas, pero hace relativamente poco que ha llegado a la zona occidental. «Es difícil concretar las causas de su expansión, pero es evidente que han hallado un ambiente favorable», sostiene Crespo.

Se trata de una especie que puede llegar a pesar 1,5 kilos y a medir unos 20 centímetros, que destaca por su voracidad, ya que se nutre no solo de plantas, sino también de pequeños peces, otros crustáceos -incluyendo el canibalismo-, carroña y moluscos, con especial predilección por los bivalvos de concha fina. «Sabemos que su crecimiento va a influir en el ecosistema, pero aún no sabemos cómo. Eso lo sabremos dentro de unos años», puntualiza Crespo.

«Como especie invasora que es, desplazará a otras autóctonas, ya sea por depredación o por competencia», señala por su parte el presidente de Acció Ecologista-Agró, Jorge Mateos. «El problema con este tipo de situaciones es que, cuando se ve el impacto, ya está el desastre hecho», advierte. «En Europa tenemos un gran problema con las especies exóticas. Hay un gran descontrol», lamenta.

No existe en estos momentos ningún tipo de alerta por la rápida proliferación de estos animales, que por otra parte no son solo comestibles sino muy apreciados por su sabor, pero la Conselleria de Medio Ambiente monitoriza sus avistamientos y capturas, que aumentan temporada tras temporada.

Fomentar la pesca

La jaiba azul se va a convertir en los próximos años en una visión habitual. Su número es tan elevado que, de hecho, las autoridades no se plantean planes de erradicación, «a estas alturas, eso es una quimera», dice Crespo, que añade: «Que sea comestible ayudará a mantenerlos bajo control». La misma conselleria apunta a tratar la especie como comercial y «fomentar su pesca».

A la misma conclusión han llegado en Cataluña, donde su número es también legión en el Delta del Ebro. La Generalitat catalana apuesta por contener la población de jaiba azul mediante una «intensa explotación». También en la Comunitat Valenciana se apuesta por esta vía.