Como mujer y Guardia Civil, Lucía Llano ha tenido que romper barreras por partida doble, «aunque es algo innato en mí, desde siempre he pensado que como mujer podía hacer exactamente lo mismo que un hombre», explica a Levante-EMV.

Llano ingresó en la Academia de Baeza, (Jaén), en el año 1991, apenas tres años después de que se permitiera el ingreso de las mujeres en este cuerpo. Precisamente, con motivo del XXX aniversario de este hito, la Asociación Círculo Ahumada de Amigos de la Guardia Civil hizo entrega de sus premios anuales a mujeres de este cuerpo que han sido pioneras en algún área.

Y una de las galardonadas fue Lucía Llano, «valenciana de pro», como ella misma se considera, que fue una de las primeras mujeres corneta de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil (junto a su compañera Emiliana Pascual), así como la primera mujer presidenta de una asociación de guardias civiles retirados, Ragce.

Aunque actualmente se encuentra en situación de retiro (debido a una enfermedad), Llano asegura que durante sus años en activo sí percibió una desigualdad en el cuerpo. «Aunque hoy se ha mejorado bastante, a una mujer siempre le cuesta mucho más todo dentro de la Guardia Civil». Y no puede evitar recordar cuando, en sus primeros años tras la salida de la academia, cuando fue destinada a Tarragona, «no había ni siquiera vestuarios femeninos», para ponerse el uniforme, debía hacerlo en unos baños públicos de lo que entonces era Gobierno Civil.

«Se ha avanzado mucho gracias a las mujeres que han ido rompiendo moldes durante estos años», asegura Llano. Actualmente, de los más de 76.200 efectivos con los que cuenta el cuerpo, poco más de 5.000 son mujeres. En València hay 196 féminas vistiendo el uniforme y en total en la Comunitat Valenciana hay 477.

Con respecto a su incorporación a la banda de cornetas y tambores, esta guardia civil reconoce que se presentó porque sus miembros «vivían muy bien». Esto quiere decir que los músicos estaban exentos de las tareas propias de los cuarteles de aquella época. Es decir, cocina, limpieza y mantenimiento de las instalaciones. «Y también hacían menos guardias», asegura riendo. Ahora las cosas han cambiado y existen empresas externas que se dedican a esos menesteres.

Lucha contra el olvido

Pero si hay de algún logro del que se siente especialmente orgullosa es de su presidencia de la asociación Retirados Asociados de la Guardia Civil de España. A través de esta joven institución, pretenden mejorar la situación y la consideración de aquellos guardias que ya no están en activo y que «se sienten abandonados», explica.

Tras años de dedicación completa a este cuerpo de naturaleza militar, cuando por una enfermedad o por edad pasan al retiro «dejan de contar con nosotros. En ocasiones ni siquiera nos invitan a la celebración de la Virgen del Pilar, nuestra patrona y eso es muy duro», cuenta dolida.

Para reivindicar su derecho a no caer en el olvido, a tener unas condiciones económicas mejores, y a compartir sus conocimientos y experiencias con los nuevos agentes, Lucía Llano pelea duro desde su presidencia de la Ragce. «De hecho ya hemos pedido una reunión con varios ministerios y vamos a visitar el Congreso para presentar nuestras demandas». Sin duda, su carácter precursor continúa al servicio del cuerpo.