Los centros valencianos pueden ampliar su capacidad hasta en 500 camas más en épocas de alta presión asistencial como la temporada de gripe. Esto se logra gracias, por una parte, a sacrificar la comodidad de los pacientes (poniendo a dos en habitaciones individuales o a tres en una misma habitación como sucede en el Clínico) y, muchas veces, a costa de los trabajadores ya que se abren salas extra pero «sin el personal suficiente», según denuncian desde los sindicatos.