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Reencuentro

Amigos de corazón

Un eldense y un villenero que hicieron la mili en el Sahara Occidental se reencuentran en la UCI del Hospital de Elda, tras permanecer 48 años sin verse, al sufrir un infarto con unas horas de diferencia

El brindis del eldense José Beneyto y el villenero Juan Flor. ÁXEL ÁLVAREZ

El caprichoso destino ha llevado a dos amigos de Elda y Villena, que estaban 48 años sin verse, a reencontrarse en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital General Universitario de Elda.

Ambos sufrieron el mismo tipo de infarto con apenas unas horas de diferencia. El eldense José Beneyto Puche y el villenense Juan Flor Azorín, ahora jubilados de 69 años, forjaron una gran amistad en su juventud durante el servicio militar en los dominios españoles del Sahara Occidental.

También se da la curiosa coincidencia de que nacieron en Yecla pero, en su tierna infancia, sus familias se trasladaron por motivos de trabajo a Elda y Villena, las capitales del Medio y Alto Vinalopó.

Con 21 años coincidieron en la base militar de Echederia y fueron destinados a la desaparecida Agrupación de Tropas Nómadas. Sus habituales patrullas por el desierto para vigilar las fronteras con Mauritania, Argelia y Marruecos junto a soldados saharauis forjó entre ellos una relación de afecto, complicidad y camaradería que perduró hasta que finalizaron la mili.

A los catorce meses llegó el momento de separarse y se despidieron con el propósito de volver a reunirse pronto. Sin embargo, los avatares de la vida separaron sus destinos y el reencuentro no llegó nunca. Juan Flor se casó, tuvo dos hijos y se dedicó a diseñar muebles y a desarrollar su faceta artística a través de la pintura y esculpiendo destacadas obras, como la talla del Ecce Homo del templo de Santa María de Villena que participa en las procesiones de la Semana Santa. Por su parte José Beneyto, padre de tres hijos y abuelo de cuatro nietos, orientó su actividad profesional a la Obra Pública y cultivó su pasión por las rutas moteras y el senderismo.

Juntos ante la muerte

Fue el pasado 10 de diciembre cuando los Quintos del 71 se reencontraron, entre la vida y la muerte, casi medio siglo después. Juan fue el primero en ingresar en la UCI tras sufrir la obstrucción de una arteria. Y a las pocas horas lo hizo José con la misma patología y después de haber pasado previamente por la misma cama que había utilizado su compañero en la planta de Cardiología.

En ese momento eran los dos únicos enfermos sometidos a cuidados intensivos y cuando José preguntó por el otro ingresado creyó que estaba delirando al escuchar a una enfermera decirle el nombre de su amigo. Tras la enorme alegría que ambos se llevaron el personal sanitario decidió colocar sus camas encaradas para que, al menos, pudieran verse a través de la cristalera ya que estaban monitorizados.

Pero les pidieron una condición: debían controlar sus emociones para que sus corazones no se resintieran porque el estado que presentaban era grave. A pesar de ello ninguno pudo contener las lágrimas de júbilo mientras afloraban los recuerdos de sus andanzas por el Sahara.

Los dos salieron del peligro al mismo tiempo y unos días más tarde también fueron trasladados juntos al Hospital de Alicante para ser sometidos a idéntica operación. Ahora que han recibido el alta y se encuentran «más sanos que una campana» se han citado en Villena para brindar por la oportunidad que el corazón les ha dado, y mantener la amistad hasta el final de sus días.

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