El caso de Rosario, la mujer que vivía en un trastero de cinco metros cuadrados junto a su hijo, ha vuelto a desatar la solidaridad en València. La mujer acude a diario a un comedor social. Se llama El Puchero, en Orriols (aunque acaba de abrir otro centro en el Marítimo), y su sello distintivo es el reparto de una caja con varios alimentos y comida preparada para llevar. Una especie de casa de comida solidaria.

El comedor social se financia gracias a la empresa SanLucar Fruit y a la Coordinadora Solidaria de la Estiba del puerto de València. Las dos mismas entidades que se ofrecieron a buscarle y pagarle un hotel a Rosario.

No es la primera vez que las dos entidades trabajan de forma conjunta. La Coordinadora Solidaria de la Estiba, que subvenciona proyectos de otras asociaciones, está formada por 300 trabajadores portuarios, aunque «mucha gente ajena a este oficio quiere colaborar y estamos barajando otras vías», explica su presidente, Paco Macia.

Desde la coordinadora afirman que se ha producido un incremento de voluntarios durante los últimos años, gracias «al boca a boca». Estos realizan su aportación mensualmente y, entre abril y diciembre, entregan un «jornal solidario», que representa el salario completo de un mes.

Entre todos los proyectos que se están desarrollando, la coordinadora se interesó el pasado marzo por la Cocina Solidaria El Puchero, que, actualmente, se encuentra en el distrito Marítimo de València, desde el pasado mes de marzo, y en el barrio de Orriols, desde hace cinco años.

Esta iniciativa gestionada por la empresa SanLucar Fruit S.L. y coordinadora nació por el compromiso personal del dueño de este negocio, Stephan Rötzer, que «quiere devolver a la sociedad todo lo que esta le ha entregado». El Puchero empezó a desarrollarse ante el aumento de la pobreza y los efectos de la crisis en la economía de muchas familias.

Este proyecto se encuentra dentro del programa de responsabilidad compartida, aporta alimentos y ayuda a la reinserción social y laboral de toda aquella gente que se quedó sin trabajo como consecuencia de la crisis económica.

Rosario, como el resto de usuarios, acude a este lugar, de lunes a viernes entre las 12:30 y las 13:30 horas, para recoger un plato principal, una pieza de fruta fresca y otros alimentos que les proporcionen una dieta equilibrada y solidaria.

Además, desde este comedor no solo se preocupan porque sean alimentos variados, sino que se adaptan a la diversidad de todas las personas que acuden, por lo que los usuarios pueden escoger entre un menú vegetariano, sin cerdo o mediterráneo.

Una de las características de esta iniciativa es el hecho de que las familias se pueden llevar la comida a sus hogares para evitar «el estigma que comporta el comedor social». A este lugar acuden unas 200 personas al día, que, previamente, han sido entrevistadas por los dos asistentes sociales con los que cuenta coordinadora.

Estos alimentos que se preparan día a día son ofrecidos voluntariamente por algunas empresas y supermercados. Aseguran que les gustaría ayudar a muchas más familias, pero no cuentan con suficientes recursos.

Otras iniciativas sociales

El Puchero no solo se interesa por proporcionarles alimentación a estas personas, sino que también pretende que se reinserten socialmente para que sean autosuficientes y mejoren su situación fomentando su autonomía con el apoyo de algunas entidades de antención social.

Entre las distintas actividades se encuentran algunas charlas que les ayudan a enfrentarse a una entrevista de trabajo o la realización de talleres de manipulación en una empresa de Castelló. Estos van dirigidos a mujeres desempleadas con el objetivo de que vuelvan a trabajar durante un tiempo.

Así, las trabajadoras de esta empresa son las que se encargan de ayudar voluntariamente a estas mujeres. Los trabajadores de SanLucar también donan juguetes a niños desfavorecidos o recaudan dinero para material escolar.