Escaso repertorio en el 'teatro' de la política y, en particular, en el que tiene como escena el Parlamento valenciano. La originalidad no ha sido esta legislatura un atributo predicable de los grupos parlamentarios a la hora de formular las preguntas de control al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el debate político por excelencia que, con excepciones, tiene lugar cada jueves. De hecho, a grandes rasgos un puñado de temas, en su mayoría centrados en la economía y los presupuestos, han centrado las cuestiones al jefe del Ejecutivo.
En lo que va de legislatura, Puig ha acudido medio centenar de veces a las Corts (51, en concreto) para enfrentarse a las preguntas del PP, Ciudadanos, Compromís y Podemos, debates que, a punto de agotarse la legislatura, han resultado ser monotemáticos y bastante alejados de los problemas reales.
En la paleta de colores de los partidos de la oposición poco ha habido más allá de asuntos relacionados con la política presupuestaria (del Consell o del Gobierno central) y de la sanidad y la educación, en concreto, las listas de espera, la reversión del modelo Alzira y el modelo lingüístico. Los socios del Botànic, sobre todo Podemos, han introducido algo más de variedad, pero el análisis de las preguntas planteadas revela, al igual que en el caso de PP y Ciudadanos, que en buena medida son reflejo de sus interés como partidos. El PSPV se borró desde el inicio de esta sesión al considerar que carecía de sentido interpelar a un presidente de su mismo color político. Compromís, que no quiso renunciar a un derecho que le daba protagonismo, ha mantenido un perfil bajo y ha sido ahora, cuando a cuatro meses de elecciones, ha usado la sesión de control como un instrumento de oposición a Puig, tal como se ha visto este jueves en las Corts.
Ahora bien, no ha sido la tónica de una formación que forma parte del Gobierno bipartito y cuyas preguntas a Puig han sido la excusa para hablar de los «intereses valencianos» tanto en la etapa en que gobernaba el PP, como en la de Pedro Sánchez, aunque modulando el tono de la crítica. La cuestión presupuestaria y el maltrato financiero han sido las cuestiones estrella de la mayoría de los grupos, con argumentos de quita y pon en función de quien ocupaba la Moncloa. El PP ha llegado a preguntar hasta quince veces por cuestiones relacionadas con los presupuestos de la Generalitat, once veces en 2018 con preguntas incluso repetidas para tratar de sonrojar al Consell con los datos de ejecución. La educación y la sanidad también han estado en hoja de ruta, pero con cuestiones muy limitadas: listas de espera, «el chantaje lingüístico», los conciertos educativos, etc. El conflicto territorial ha sido un lugar común en los argumentos cruzados de la sesión de control, pero han son temas que han entrado por la puerta de atrás. Directamente, el PP sólo preguntó una vez por Cataluña en 2015.
Ciudadanos, por su parte, ha estado muy interesado en poner en un brete a Ximo Puig al solicitarle hasta en siete ocasiones que hiciera balance de los ejes del Botànic. Y es que la política de andar por casa ha sido también objeto de varias preguntas al jefe del Consell. Así, los relevos en el Ejecutivo o los conflictos internos dentro del Ejecutivo han sido aprovechados por populares y Ciudadanos para tratar de erosionar al Botànic. La inestabilidad política derivada de las elecciones a nivel nacional entró para quedarse en el escenario de las sesiones de control a partir de 2016. Cs y PP han coincidido en muchas preguntas, pero el partido de Albert Ribera también ha puesto el foco en otras cuestiones como el adelgazamiento de la administración. En su repertorio, también ha estado la corrupción, el plato estrella de las sesiones de control de la etapa PP, que sobre todo ha sido explotado por Compromís.
Podemos también ha pedido muchas veces autoevaluación a Puig y ha sido el grupo que mayor variedad de temas y más pegados a la realidad ha planteado: los problemas de la vivienda, la brecha salarial, la violencia de género o el campo valenciano son algunos ejemplos.
