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«Desenterrar» el clítoris para volver a estar «completa»

18 mujeres han pasado por el quirófano del Doctor Peset para reconstruir sus genitales desde 2009

Empezaron por pura motivación personal ofreciendo la reconstrucción genital a las mujeres mutiladas que iban detectando. Tras unos años de trabajo sin oficializar, la administración decidió encauzar esta labor de los profesionales del hospital Doctor Peset y crear una unidad específica que no solo incluyera ginecólogos, sino también sexólogos, pediatras, trabajadores sociales y técnicos en violencia de género: un enfoque multidisciplinar para un problema complejo. En julio de 2016 la unidad pasó a ser de referencia y desde entonces ha atendido a 82 mujeres de las que 13 han pasado por quirófano.

La unidad busca «sanar» las heridas que la mutilación genital ha dejado en estas mujeres, tanto físicas como psicológicas. «El darse cuenta cuando llegan aquí de que todos los problemas que tienen no son por ser mujer sino por la mutilación es algo muy fuerte», explica Reyes Balanzá, jefa del servicio de Ginecología del hospital Peset. Por sus manos y por los de la ginecóloga Melisa Daroca han pasado los casos más agresivos de mutilación, en la mayoría de tipo III, aquellos en los que además de ablación del clítoris hay cierre de la vagina. «Son minoritarios pero son los más graves porque complican toda la vida de la mujer», reconoce Balanzá.

Tanto en unas como en otras, el paso por el quirófano busca una reconstrucción «no estética pero sí funcional», explica Balanzá.

Para ello se «desentierra» parte de este órgano. «El clítoris tiene una longitud de entre 11 y 13 centímetros. En la mutilación se corta la parte visible y lo que hacemos es 'desenterrar' una parte para que sea funcional», detalla la ginecóloga. Con la parte física recuperada «estas mujeres vuelven a sentirse completas, algo que para ellas es muy importante». Después, con tiempo y trabajo de terapia son capaces de encontrar su sexualidad. «Son mujeres que nunca habían experimentado un orgasmo y cuando lo hacen, para ellas es alucinante, un antes y un después», explica Balanzá.

Cerco sobre las niñas en riesgo

El trabajo de la unidad fuera del quirófano es tanto o más importante ya que busca sensibilizar a los profesionales sanitarios para detectar el problema y, sobre todo, hacer un estrecho seguimiento de esas casi 1.300 menores que viven en la Comunitat Valenciana pero que proceden de países donde la mutilación está generalizada.

«Son niñas en riesgo. Sus madres seguramente fueron mutiladas y en cualquier viaje es posible que intenten hacérselo en su comunidad, aunque sus padres aquí se hayan dado cuenta de lo que supone», expone Balanzá.

Para evitarlo, se hace un seguimiento previo y posterior de las menores cuando se sabe que van a viajar a sus países de origen. De hecho en este tiempo han tenido que alertar a Trabajo Social por el riesgo inminente detectado en 19 casos «y se ha solicitado la intervención de la Fiscalía de Menores en dos ocasiones».

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