Su espíritu de superación, su cercanía y su compañerismo inspiró Campeones, la cinta española que ahora espera acumular más de un premio en la 33 gala de los Goya. El club Aderes, integrado por personas con problemas de salud mental, ha conseguido visibilizar y normalizar la discapacidad, más allá de la sobreprotección y el paternalismo. Ahora son también el premio Portada del Mes de noviembre 2018 de Levante-EMV. Un galardón con el que la cabecera valenciana del Grupo Prensa Ibérica Media reconoce cada mes, desde hace 30 años, a las personas y entidades en su lucha por el progreso social.

La directora del periódico de información general más leído en la Comunitat Valenciana, Lydia del Canto, otorgó el galardón el pasado viernes en las instalaciones del diario. Un emocionado José Arturo Gisbert, presidente de Aderes, mostró su agradecimiento, arropado por varios miembros del club como Natalia Grinovero, entrenadora del equipo de baloncesto, o Ruth Cebrián, coordinadora de pedagogía del club. «No tengo nada más que decir que gracias por el trato que siempre ha tenido el periódico con nosotros», reconoció con orgullo. Sentados a su lado se encontraban Francisco Sánchez, David Dehem y Ramón Antunez, jugadores que hicieron ganador al equipo de baloncesto hasta en doce ocasiones.

También participaron de la merienda-coloquio el colaborador del club y decano de la Universidad de Económicas de València, Manuel Pastor; Antonio Nicolás Zurita, director de la oficina de Bankia de Burjassot; el concejal de deportes del Ayuntamiento de esta localidad, Manuel Menero y el alcalde, Rafa García. «Aderes ha dado mucho más a Burjassot de lo que nosotros hemos aportado al club, somos conocidos por ellos, personas referentes y siempre dispuestas a todo», indicó García.

«Es gente de la que de verdad vale la pena hablar», indicó Lydia del Canto, «un ejemplo de esfuerzo, bondad y amabilidad pero, ante todo, una lección de vida». Es por ello que «estamos encantados de incluiros en nuestra galería de premiados», reconoció el director general de Relaciones Institucionales del diario, Julio Monreal.

La historia del club, sin embargo, no siempre estuvo teñida de éxito y reconocimiento. Fundado hace 20 años, la falta de socios y subvenciones les hizo, en ocasiones, carecer de hasta pelotas de basket con las que poder entrenar. Tiempo atrás, Menero recordó cuando los miembros del equipo tenían que jugar con un equipo deportivo distinto cada uno, «hasta que les pagamos uno nosotros». Y es que si hasta ahora han podido seguir en pie ha sido gracias a la aportación del Ayuntamiento de Burjassot, la última ayuda de Zurita y el icondicional respaldo de Pastor. «El vicepresidente del club acudió a mí en busca de ayuda, no podían participar en la liga porque no tenían presupuesto», recordó Pastor. «Por desgracia, las inversiones siempre las acaparan grandes organizaciones y las pequeñas asociaciones no se llevan nada». Un hecho que, pese a los evidentes inconvenientes, crea un «compañerismo y afinidad difícil de romper», alegó el presidente del club.

Es la verdadera esencia de estos campeones: la complicidad fuera y dentro del campo. «Es lo bueno que tenéis: llega un nuevo chaval que no tiene ni idea y lo arropáis entre todos», alardeó Gisbert. «No te creas, yo tampoco tengo idea de nada, pero llevo 12 años disimulando», bromeó Sánchez. Un humor inherente al jugador y al equipo. «Algo que puede ver cualquiera que acuda a uno de nuestros entrenamientos», insistió Sánchez.

Para los jugadores recién inscritos en el club, cuando temen el mero hecho del contacto físico, las cuatro rayas que limitan el campo de baloncesto «son una frontera». Se convierten en el espacio «donde el chaval se siente libre por primera vez» después de la sobreprotección a la que personas con diversidad funcional se ven expuestas. «A todos los nuevos siempre les digo lo mismo: ten tus propios errores, disfruta de ellos y úsalos para aprender», remarcó el jugador que da vida al personaje que «lanza de espaldas».

Y es que tras preguntar Monreal a los jugadores si se veían reflejados en los protagonistas del filme todos asintieron entre risas. «La historia del ascensor es real, la sufrimos todos», recuerda Sánchez. «Siempre hay pequeños matices», aseguró el presidente del club, «pero es inevitable ver reflejado en el chaval que gira los balones con el dedo a David o a mi hijo en el que se pinta el pelo».

También en la falta de limpieza la película se anotó un tanto. «Tiene sus ventajas, sabemos que los mosquitos no se atreven a picarnos», bromeó Sánchez.

«Lo que la película no muestra», reconoció la entrenadora, «es la lucha de las familias, que son quienes realmente padecen» lo que supone la discapacidad. «Por ello es tan importante la labor de medios de comunicación como Levante-EMV: mostrar y sensibilizar sobre el día a día de una realidad que normalmente ha estado oculta», insistió Grinovero.

El empuje de la película ha sido evidente para la visibilización del club. «En todo este tiempo hemos sumado otros 13 chavales de socios», reconocía Gisbert. Ahora ya suman 43. Pero temen que el auge que les ha proporcionado tanto la gran pantalla como el foco mediático se diluya. «Todos tenemos que pensar en el año que viene, cuando la fama no nos acompañe», reconoció el alcalde de Burjassot. El presidente del club, sin embargo, reconoció: «Nuestra única misión será, ahora y siempre, intentar que los chavales lo pasen lo mejor posible».