Desde el «me gustas cuando callas» hasta las «denuncias falsas» y la «dictadura de género». Pese a la lucha por la igualdad, vivimos en «un momento en que los derechos y libertades de las mujeres vuelven a estar en peligro» frente al auge del fascismo. Así lo reconoció la a diputada de Igualdad, Isabel García, durante la inauguración el viernes del IV Feminario, congreso organizado por el área de Igualdad de la Diputación de València y celebrado en el Centre Cultural del Carme.

Década tras década, el feminismo fue capaz de establecer una agenda propia que condujera a la igualdad entre hombres y mujeres. Principios que se recogieron en políticas públicas, leyes, pactos e instituciones. Su cumplimiento, sin embargo, es dudoso. La escritora Rosa Regàs, dentro del debate «Feminismo y religiones, ¿son compatibles?» del Feminario (moderado por la activista de Europa Laica Raquel Ortiz) así lo expuso: «Claro que tenemos leyes que defienden la igualdad, pero ¿cuántas mujeres siguen yendo a comisaria denunciando una agresión y no las creen? ¿Cuántas son asesinadas teniendo una orden de alejamiento porque nadie les hizo caso?», reconoció Regàs.

Una desigualdad, explicó la escritora, basada en una estructura piramidal en la que la Iglesia Católica «sigue teniendo el poder». Un poder que «nos considera a las mujeres inferiores, que quiere apartarnos del plano público por aquello del dominio de la sociedad», indicó. Y es por estos aparatos de poder que, «nos guste o no», prosiguió, «la lucha de las mujeres no empezó desde cero, sino desde menos cincuenta. Por eso nuestro camino es la lucha. Tenemos que ser conscientes y atrevernos a pensar, comprometernos y avanzar para dejar un poco mejor el camino a los que vienen detrás. No se puede defender la igualdad y a la vez una institución opresiva».

En la misma línea, la activista y psicóloga Ibtissame Betty Lachgar advirtió que «todas las religiones son misóginas», por lo que el «feminismo debe ser laico». Y es que aseguró que cuando la religión controla el plano político, entonces «el gobierno aprovecha para entrometerse en demás cuestiones privadas». Entre ellas, la más importante para controlar el cuerpo de la mujer, «la sexualidad». Indicó que, si bien es cierto que se habla poco de la homosexualidad femenina, en Marruecos esta es todavía menos aceptada y visibilizada. «No debemos olvidar su fuerte sociedad machista y patriarcal». Tal es así que Lachgar aseguró que a las mujeres LGTBI se les obliga a matrimonios forzados con los que se les exige tener hijos y conseguir, así, «enderezarlas». «Como en cualquier sociedad religiosa, la función de la mujer se limite a casarse y tener hijos», recalcó.

Por ello es necesario, indicó Regàs, un «gobierno completamente laico». Y es que Ortiz aseguró que «tanto el laicismo como el feminismo quieren una libertad de conciencia real para que sean las personas las que decidan sobre sus vidas». Por ello, Regàs reconoció que la base para obtener la igualdad real será siempre una «educación pública y laica, ya».