Aitana Braza. Cuarenta años. Doctora en Biología. Con dos importantes becas nacionales concedidas para llevar adelante sus investigaciones, ahora centradas en descubrir marcadores epigenéticos que ayuden a evitar la muerte súbita en adultos. Pero no le financian la instalación de un armario a medida en su casa porque, pese a que lleva más de nueve años trabajando en el Instituto de Investigación Sanitaria de La Fe (IIS La Fe), Aitana vive, como la gran mayoría de investigadores españoles en la eterna temporalidad, sin antigüedad y encadenando contratos por obra y servicios que rozan la legalidad.

Es la triste realidad laboral de Braza y de casi todos sus compañeros en el IIS La Fe y que ayer sacaron a las puertas del hospital por ellos, pero también por todo el colectivo de investigadores de España ya que la problemática de la eventualidad no es exclusiva de la C. Valenciana, es un mal que afecta a todos. «No somos los únicos ni es nueva nuestra situación pero hemos dicho basta, por eso hemos empezado estas movilizaciones», comentaba Braza durante la protesta que sacó ayer a la calle a cerca de 200 de los 350 trabajadores del centro. Del total, solo 5 son indefinidos y solo uno de esos cinco, investigador. El resto, el 98,6 % según las cifras del comité de empresa, es personal eventual que encadena contratos por obras y servicios «camuflados». El comité va a llevar ante la Inspección de Trabajo este presunto «fraude de ley» en el IIS La Fe que es común en el colectivo.

Conseguir tu propia financiación

«Cuando ya eres doctor y, realmente tiene que empezar tu carrera profesional, tienes que competir con los investigadores de toda España por conseguir las pocas becas estatales que hay, puede haber 40 o 50 y además para todas las áreas, desde materiales, agricultura o biomedicina. Cuando ya eres investigador sénior, ese cuello de botella se estrecha aún más y ahora puedo estar peleando por una veintena de ayudas estatales», ejemplifica Braza.

Son ellos los que tienen que conseguir la financiación para sus proyectos y una vez lograda la beca, son «contratados» durante los años que dure la línea de investigación, normalmente tres, por el centro público, contratos que acaban y se encadenan. «Somos los eternos becarios. Así nos sentimos. A mí se me acaba este diciembre la línea y no sé lo que va a pasar», asegura Braza.

«Esto es vocacional 100 %. Para lo que fue mi tesina trabajé como meritoria, que no cobras y te tenías que pagar tú el seguro. Cuando eres joven te puede la ilusión y aguantas pero cuando eres más mayor y tienes familia, necesitas una estabilidad», advierte Braza. Ella misma, tras agotar su beca Sara Borrell de investigación, de las que se dan solo 23 en toda España, se tuvo que ir al paro durante cinco meses.

«Aprendes a vivir en la incertidumbre pero, llegada a una edad, cuando te comparas con otras profesiones en salario o condiciones, te da hasta vergüenza». Braza ahora sigue investigando en muerte súbita gracias a una beca privada de Roche para luchar, precisamente, contra la fuga de cerebros. Según ella, no es que sus compañeros se estén yendo solo al extranjero, es que «se está perdiendo toda una generación de investigadores porque directamente abandonan la carrera».

A los investigadores del IIS La Fe les respaldan en su protesta varias asociaciones de pacientes, desde la de familiares de personas con alzhéimer hasta la de enfermedades raras como el Huntington porque tienen claro que sin investigación nunca va a haber avances. Como decían las camisetas que se repetían en la protesta: Sin ciencia no hay futuro.