La revolución digital es un hecho. Un nuevo paradigma que permite almacenar cada segundo una cantidad ingente de datos acerca de nuestros usos, intereses, aficiones o tendencias, que bien analizados y procesados se convierten en una oportunidad de negocio y de hacer bien a la sociedad. No obstante, también hay sombras a su alrededor, como son su afección sobre el trabajo, la intimidad o la misma democracia. Sobre ello versó ayer la mesa «Ciencia de datos. El reto del conocimiento» de Claustre Obert -el ciclo de conferencias y debates fruto de la colaboración entre la Universitat de València (UV) y Levante-EMV-, en la que los ponentes Emilio Soria, catedrático de Ingeniería Electrónica de la UV, y Matías de la Barra, director de Big Data de Prensa Ibérica -grupo editorial al que pertenece este diario- coincidieron en que los aspectos positivos de esta nueva revolución son más positivos para la sociedad que perniciosos.

A la cita, que fue moderada por el vicerrector de Cultura de la UV, Antonio Ariño, acudieron entre otors, Juan Antonio López Ruiz de Zuazo, consejero delegado de Prensa Ibérica en la Comunitat Valenciana; el director de Relaciones Institucionales de Prensa Valenciana, Julio Monreal; y la directora de este diario, Lydia del Canto.

«Si la industria automovolística hubiera evolucionado desde los 90 a ahora como la ciencia de los datos, viajaríamos a 250 millones de kilómetros por hora. No hay nada a nivel tecnológico que haya evolucionado de esta manera». Es la comparación que empleó Soria para reflejar el avance estratosférico de esta rama científica. La digitalización ha permitido que cada ser humano deje en la red sus experiencias, la llamada huella digital. «A través de ese rastro tenemos la posibilidad de coger datos para analizar una información masiva que aporta valor a nuestros negocios», recalcó De la Barra.

De este modo, cada clic en una web, cada mensaje o cada fotografía o interacción en una red social se convierten en información valiosa que, una vez recogida, analizada, procesada y transformada en modelos, se pueden convertir en herramientas que permiten mejorar el negocio de una empresa, pero también la experiencia de sus clientes, incidió De la Barra.

Aplicaciones médicas

Pero el uso de la ciencia de datos va más allá de internet. Pese a que habitualmente se le suele relacionar con el ámbito de las telecomunicaciones, sus aplicaciones también se dan en el mundo de la medicina. Por ejemplo, según reveló Soria, se han desarrollado modelos de predicción de anginas de pecho o de éxitos de trasplantes que superan con creces el acierto humano.

«Hay ámbitos más dados a que se vea cómo ayudan a la sociedad, como el energético o el sanitario. La ciencia de datos está mejorando la sociedad a pasos agigantados», valoró De la Barra. «Soy optimista porque está abriendo nuevas formas de entender el mundo», añade. Una visión positiva a la que se unió Soria que, no obstante, destacó el valor que tendrá el ser humano sobre esos datos: «Al final, los ojos son la mejor herramienta de análisis que hay».