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Análisis

Puig prefiere aguantar y no adelantar

La cúpula del PSPV calcula que la compañía electoral de los alcaldes es más beneficiosa para el jefe del Consell que la de Sánchez

Sánchez y Puig, el pasado Nou d'Octubre en València. f. bustamante

Ximo Puig tiene un dilema. Lo vuelve a tener, sería más preciso. Quedan 24 horas para que el presidente del Gobierno ponga fecha a las elecciones generales, tras ver los presupuestos de 2019 rechazados y por los suelos, pero se da por seguro que la convocatoria será inminente (la idea de aguantar hasta el otoño ha pasado al baúl de los recuerdos en siete días). De la baraja de tres opciones (14 de abril, 28 de ese mes o 26 de mayo, con las autonómicas y municipales), la fecha más posible, según todos los comentarios ayer en el Congreso de los Diputados, es la del 28. Pero de aquí a mañana, cualquiera sabe.

Con ese panorama, el dilema de Puig es adelantar sus elecciones, las autonómicas, para hacerlas coincidir con las de Sánchez o esperar 27 días más (si las generales son finalmente el 28 de abril) hasta el planificado 26M.

«Es posible, pero no probable», fue la contestación que ofrecía ayer el entorno del jefe del Consell a un adelanto electoral, que tampoco ve la mayoría de la cúpula del PSPV. El número dos del partido, Manolo Mata, abrió ayer la puerta a esta posibilidad (una vez más). «Hay elementos para considerarla», dijo, aunque matizó en seguida que la decisión será «botánica», no exclusiva de Puig.

Sin embargo, la posición dominante en los cuadros de mando del PSPV es que no. Que estratégicamente es más conveniente la compañía de las municipales para Puig que la de Sánchez, aunque pueda haber desgaste y cansancio en la ciudadanía por dos votaciones en menos de un mes.

No se trata solo de que la agenda nacional lo cope todo si coinciden generales y autonómicas, ya que el fenómeno no se detendrá pasada la fecha de las urnas. Es cuestión de cálculo electoral sobre todo.

Las elecciones municipales pueden arrastrar más voto para Puig que las generales. Esa es la lectura en los órganos de poder socialistas. Se basa en que el partido cuenta con el grueso del poder municipal en la C. Valenciana y esos alcaldes deberían aportar voto también a la lista autonómica. Es lo que ha sucedido en el pasado: en los bastiones locales del PSPV, el líder autonómico siempre ha recaudado más apoyo que en el total de la C. Valenciana.

Si se tiene en cuenta que Compromís y Podemos siguen reacios al adelanto, igual que cuando el debate saltó en el verano pasado, y que Cataluña (y el catalanismo) sería el eje de la campaña en una hipotética cohabitación con las generales, los puntos en contra ganarían a los favorables. Estos son el aprovechamiento de una alta participación y la anhelada singularización electoral valenciana: pasó su momento, parece.

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