No quiero explicar el fracaso de la invasión alemana de la URSS solo por cuestiones meteorológicas. Seguramente hubo factores humanos más decisivos, como el retraso de la invasión por las operaciones alemanas en Grecia y los Balcanes; y factores geográficos como la inmensa población y geografía soviéticas. El General Invierno fue una causa más que afectó en especial al ejército alemán que, confiado en una rápida victoria, no estaba preparado para un invierno tan crudo. Las bajas temperaturas contribuyeron a impedir el ataque alemán a Moscú el 8 de diciembre de 1941. Las tropas del tercer Reich carecían de ropas de invierno y su equipamiento no funcionaba correctamente ante la nieve y el frío. Temperaturas de -20, -30 e incluso más bajas se dieron en el oeste de la URSS durante buena parte de diciembre de 1941 y enero de 1942 y colaboraron en la resistencia de Leningrado, la actual San Petersburgo. Cortada la posibilidad de suministros por tierra, la única opción era el lago Ladoga. Una barcaza tardaba 16 horas en cruzarlo, siendo fácil objetivo para la aviación alemana. Pero el frío congeló el lago y en diciembre lo podían cruzar unos 400 camiones de 3 toneladas al día. Otro aspecto a considerar es la rasputitsa. En otoño las lluvias empaparon el suelo y dejaron un mar de lodo que interrumpió el avance germano. Los estudios climáticos previos a la invasión no lo tuvieron en cuenta y la Wehrmacht frenó su avance durante un mes, añadido a retrasos antes referidos.