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Entrevista

Antonio Montiel: "El Podemos transversal se ha perdido para situarnos en el rincón izquierdo del tablero"

Montiel cuestiona la expulsión de Errejón y la compra del chalé de Iglesias y Montero: «Una decisión personal difícil de sostener»

Antonio Montiel: "El Podemos transversal se ha perdido para situarnos en el rincón izquierdo del tablero"

Antonio Montiel empieza el duelo, la operación salida de la burbuja política y mediática para regresar al activismo social, donde continúa pensando que está la esencia de una revolución que se resiste. Se baja del mando de Podemos, donde «la disputa interna permanente nos ha impedido reflexionar». La formación que ayudó a fundar se ha convertido en un partido convencional «demasiado rápido». Se ha alejado, como el Botànic, de «un músculo ciudadano» que considera «clave». «Falta una idea de proyecto de país a diez años vista», recuenta entre los errores de una experiencia botánica que analiza sin desencanto.

P ¿Decepcionado, asqueado, triste...? ¿Cómo se va?

R Triste. Jamás aspiraba a tanto cuando me incorporé en 2014, después de las europeas, pero estos dos años últimos, en los que intenté marcar una distancia para favorecer una lógica de unidad, no han acabado de dar sus frutos.

P ¿La batalla interna se ha llevado por delante a Podemos?

R La batalla interna se ha llevado por delante a mucha gente valiosa, como los círculos, una magnífica idea para favorecer el empoderamiento social. Han acabado en espacios de disputa de poder interno.

P El grueso del primer grupo en las Corts, con Marc Pallarés, Fabiola Meco, David Torres, Almería, está en retirada.

R También mucha gente del consejo ciudadano autonómico anterior. Recorro los territorios y no hay el espíritu de los orígenes y tampoco es que hayamos sumado a tanta gente. La lógica de familias ha contaminado todo.

P ¿La culpa es de Pablo Iglesias?

R Es culpa de todos. Al principio pensábamos que había que canalizar todo el esfuerzo para ganar las elecciones en España. Pero después del 26J de 2016 había que recuperar el pulso con la calle y la democracia interna. Nos equivocamos y seguimos manteniendo una cultura de competencia permanente. Cuando en una organización es más útil competir que cooperar, empieza a estar enferma.

P ¿Y ha pasado?

R Sí. Y es culpa de todos. En el último episodio se ha reproducido.

P ¿La salida de Íñigo Errejón?

R Crear una candidatura en Madrid siguiendo el carisma de Carmena era una buena idea, porque nos lleva a las formas de los orígenes de Podemos, pero es un error cómo la presenta y ejecuta. Lo hace de una manera que perjudica a la organización. Pero la reacción de Pablo Iglesias de expulsión fulminante de Errejón tampoco es buena. ¿No ajustamos ya cuentas en Vistalegre?

P En este momento es un partido gobernado por una pareja. ¿Es la mejor imagen?

R Tenemos gente muy valiosa y al final todo son noticias de Pablo, Íñigo, Irene, Echenique y Espinar. Esa lógica nos convierte en un partido convencional, de barones, como los del PSOE. Esas batallas consumen energías para resolver los problemas reales de la gente: el derecho a la vivienda, la brecha salarial, las pensiones...

P Ya ve lo que ha pasado con el Pacto de Toledo y Podemos.

R Es muy difícil de explicar que no se haga un esfuerzo por cerrar acuerdos aunque sean modestos. El patriotismo de partido acaba por anteponerse al de verdad, al de la gente. Si entras a analizar, encuentras las razones sofisticadas, pero mi madre no las entiende.

P ¿Tan difícil de explicar como el chalé de Galapagar de Iglesias?

R Fue una decisión personal difícil de sostener cuando se ha tenido determinado discurso, pero lo peor es luego provocar una votación interna sobre el tema. Cada uno tiene derecho a gestionar sus contradicciones, que yo también tengo, porque el mundo ideal es una cosa y las decisiones del día a día, otra, pero la organización está para otras cosas. Yo no lo habría hecho. Tensionar el partido ha de ser por problemas reales. La unidad de la izquierda está bien, pero no basta: construir hoy mayorías sociales amplias supone incorporar a gente que no se plantea ante las cosas si son de izquierdas o derechas. Por eso funcionaba la PAH.

P ¿Como los chalecos amarillos?

R Esa transversalidad que representaba Podemos se va perdiendo en aras de un discurso que no se parece al inicial y que nos coloca en el rincón izquierdo del tablero.

P ¿Qué recuerdo le deja cuatro años después la imagen de la firma del Pacte del Botànic?

R Queríamos a los colectivos sociales para trasladar que no era solo un pacto de partidos y hay instalada una sensación agridulce en los colectivos: algunas cosas aún se dice que se van a hacer.

P Usted sabe bien que la gestión de lo público no es fácil.

R Sí. Es complicada, pero cabía esperar que se aplicaran equipos para la gestión. Está muy bien hacer más de 60 leyes, pero un vecino me decía que al final la dependencia tarda menos, pero sigue tardando mucho. Si fías todos los cambios a leyes, los tiempos son muy largos.

P Pues haber entrado en el Consell y haberse arremangado, ¿no?

R Era una opción.

P ¿Fue un error no entrar?

R En un prinicpio no podíamos. Planteamos a Oltra la presidencia y eso hubiera facilitado tal vez que entráramos si los inscritos lo aprobaban. Con el PSOE, no, porque aspirábamos al sorpasso.

P ¿Ha hecho daño esa sensación de ir siempre detrás de esa liebre?

R Estuvimos a punto. Fueron momentos muy estimulantes. A partir de junio de 2016 habría que haber planteado las cosas de otra manera.

P Fue cuando usted se manifestó a favor de gobernar.

R Creo que se tenía que haber consultado a la gente. Lo debatimos en una asamblea, pero en falso, con una carga de mucha negatividad. Ahí me equivoqué: tenía que haber convocado esa consulta.

P ¿Algún otro error?

R En la cuestión federal interna deberíamos haber hecho algo. La C. Valenciana no se podía tratar como Asturias o Andalucía, con un Compromís que había jugado a ser Podemos antes que Podemos, aunque se institucionalizó pronto.

P ¿Teme que Compromís fagocite a los cargos de Podemos? Está el caso de Jordi Peris en València.

R La de Peris me parece una incorporación simbólica. No creo que haya una fagocitación, pero es triste la pérdida de capital. Otro error: nos faltó decisión para apoyar a nuestros concejales al no concurrir a las municipales en 2015. Nos pusimos un lastre y frustró a los círculos.

P ¿Se siente cómodo con la confluencia con IU?

R Creo en las confluencias que nacen del trabajo cotidiano. Cuando se reduce a mesas de negociación de cuotas, lo que se transmite es feo. Pero la gente lo ha votado y lo acato.

P ¿Ve riesgo de que Podemos no llegue a la barrera del 5 % para entrar en las Corts?

R Ese riesgo no existe, pero llegaremos con muchas dificultades porque hemos perdido mucha potencia por el camino.

P ¿Como profesor, qué nota podría al Botànic?

R Una amiga dice que les falta siempre la peseta para el duro. Pienso lo que pensaban los inscritos en 2016: que en materias de regeneración democrática, un notable, pero en transformación de modelo económico, seguimos en el aprobado. Como en 2016. En Vivienda hemos fallado, no hemos conseguido acabar con los barracones ni que haya una senda de crecimiento diferente, volvemos al monocultivo del sol y el ladrillo. El Servef no funciona y una reforma integral no es un cambio de nombre. FGV es un desastre. Y que no hayamos cerrado Ciegsa...

P ¿Después de casi 4 años de experiencia, seguiría prefiriendo a Oltra de presidenta?

R Me lo pone difícil... Aquel era un momento genial. Teníamos una fuerza conjunta y sintonía, con un espíritu del 15M que nos unía. Eso se ha perdido en parte y no apostaría por nadie en concreto, habría que esperar al resultado electoral.

P ¿Recomendaría a Ximo Puig adelantar elecciones?

R No. Competir ahora con Sánchez puede perjudicar a los dos. Donde sí hay un error es en la confluencia al Senado, que solo retrasa leyes e impide la reforma constitucional. La llave es una mayoría en el Senado y para eso hay que hacer las Entesas que hagan falta. La oportunidad que dieron aquellos resultados no creo que vuelve a repetirse.

P ¿Venezuela ha hecho demasiado daño a Podemos?

R Venezuela es una carga que llevamos. Ha sido convertido en un elemento demonizador de Podemos, cuando el partido ni estaba en nuestras cabezas. Creo que se ha perdido una oportunidad histórica y que la Iglesia y el ejército son la clave para una salida negociada.

P Al final parece que la izquierda es incapaz de mantener un proyecto efectivo y atrayente en cualquier parte del mundo.

R Pensamos que el neoliberalismo estaba derrotado, pero la batalla es de más largo alcance. Ahora es un momento de construcción de mayorías nuevas, que no se pueden levantar desde las trincheras de siempre. La autoridad del papa Francisco, Pepe Múgica o Lula es muy relevante en algunos temas.

P Un exlíder de Podemos reivindicando al papa.

R Nunca lo hubiera imaginado, pero es un faro para mucha gente.

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