Joaquín C. V., el hombre acusado de matar a su padre en el valenciano barrio de San Marcelino en junio de 2017, confesó ayer ante un jurado popular que degolló a su progenitor, de 73 años, porque «trataba mal» a su madre. El parricida admitió todos los cargos y aceptó una pena de siete años y medio de internamiento en un centro al contemplar la Fiscalía una eximente incompleta de alteración psíquica.

El acusado, de 36 años, sufría en el momento de los hechos «un funcionamiento intelectual límite, próximo a la oligofrenia leve, caracterizado por una disminución de su adaptabilidad a situaciones estresantes». Asimismo, padece un trastorno cuyo rasgo es el «escaso control pulsional ante situaciones de estrés ambiental». De ahí que el Ministerio Fiscal entienda que todo ello «mermó su voluntad» cuando atacó, primero con un cuchillo japonés y luego con un machete de monte, a su padre hasta seccionarle el cuello.

Abuso de superioridad

El crimen se produjo en la tarde del 22 de junio de 2017 cuando Joaquín se encontraba a solas con su padre en el domicilio familiar, situado en la calle Ingeniero José Sirera de València. El fallecido, de 73 años, padecía un cáncer muy avanzado que le producía incontinencia urinaria, lo que le obligaba a usar pañales y permanecer sondado. Por la indefensión de la víctima y por las armas blancas utilizadas contra ella se contempla la circunstancia agravante de abuso de superioridad.

Según el relato de hechos de la Fiscalía, reconocido íntegramente por el acusado, al estar «fuertemente airado por el modo en que su padre trataba últimamente a su madre», lo levantó del sillón y lo lanzó contra una mesa. Acto seguido cogió un cuchillo japonés que tenía en su habitación y trató de darle muerte, aunque solo le hirió en el cuello debido al escaso filo del arma y a la oposición de su padre. Después arrastró a su progenitor por el suelo, le propinó una patada en la cabeza y con un nuevo cuchillo, en este caso de monte, le seccionó la tráquea y la laringe.

El fiscal solicitaba una pena de doce años de prisión pero tras el acuerdo alcanzado entre las partes el juicio se ha cerrado en siete años y medio de internamiento por un delito de homicidio con las circunstancias agravantes de parentesco y abuso de superioridad y la eximente incompleta de alteración psíquica. Además deberá indemnizar a su madre con 15.000 euros.