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Entrevista

Jesús Sanz: "La transición española y la valenciana están idealizadas"

El periodista sostiene que fue un periodo "violento y deliberadamente opaco"

Jesús Sanz: "La transición española y la valenciana están idealizadas"

«La cara secreta de la política valenciana. De la predemocracia al Estatuto de Benicàssim» ¿sigue vigente treinta años después?

Cuando se publicó en el 82 prácticamente se agotó. Fue el año en el que se firmó el Estatut. Lo editó Fernando Torres y, como tantos libros, ahí sigue en las bibliotecas. Ha sido bastante consultado por los datos que aporta y en foros de debate sobre historia. Hace meses me llamaron de la Institució Alfons el Magnànim por el interés en su reedición, porque consideran que es un libro que hay que leer para entender lo sucedido entre 1971 y 1982.

Treinta y cinco años años después, ¿añadiría algo más?

El texto es exactamente el mismo. Todo lo que se cuenta, de lo conocido y menos conocido, no quito ni una sola línea. Se cuenta la cara secreta porque, aunque había muchas cosas conocidas, había mucho secreto que yo relaté porque me lo contaron a mi. Además, en muchos de esos foros estuve personalmente.

¿La transición se ha idealizado con el paso de los años?

Por supuesto. Tanto la española como la valenciana se han idealizado y se cree que fueron un camino de rosas. En el libro se cuenta cómo desde los epílogos del franquismo hasta la democracia, el Estatut se cuajó entre resistencias de la ultraderecha, nacimientos y defunciones de partidos testimoniales o ávidos de votos, pugnas por hacerse con el poder partidario y puestos electorales. Y el renacimiento de un autonomismo progresista que obstaculizó el 'blaverismo' de la derecha más reaccionaria que recurrió a la violencia física con un oscurantismo impresionante. Los socialismos nacieron y se unificaron, los enfrentamientos del PCPV, el hundimiento de UDPV y PSPV, los pactos secretos y las zancadillas de unos a otros para tocar poder. Yo conocía

¿Se ha magnificado?

No está magnificada, fue algo fundamental. Es imposible entender la política valenciana hasta la actualidad sin conocer toda esa época.

La aprobación del Estatut estuvo sometida a grandes presiones, también de la ultraderecha que ahora parece volver a escena. ¿Hay un paralelismo?

No exactamente. El Estatut está consensuado y ha habido pocas modificaciones. Hay un gran enfrentamiento político, pero el Estatut no está en tela de juicio.

¿Qué le parece la actual reforma aprobada?

Hay aspectos que están bastante bien. Cualquier estatuto es modificable, como las constituciones.

¿Qué habría sido diferente con el Estatut de Benicàssim?

Se llegó a firmar, pero la división interna de UCD hizo que se aprobara con modificaciones. Para llegar a un consenso hay que renunciar a cosas. No fue el estatuto ni de la izquierda ni de la derecha, fue pactado. La izquierda tragó con exigencias de la derecha, como renunciar al nombre 'País Valenciano', reconocer que el valenciano venía del catalán y a integrar en la cuatribarrada el color azul. Fueron cortinas de humo.

¿El blaverismo está de vuelta con algunos partidos de derecha?

La reacción de la derecha no es la misma ahora que antes. El blaverismo estaba apoyado por grupos extraparlamentarios y la UCD. Cuando la UCD asume ese planteamiento para ganar elecciones y no las gana, el blaverismo coge potencia. Cuando el PP gobernó con Zaplana y Camps, recogieron ese argumento y sacaron de nuevo el blaverismo: «El catalán no es valenciano» y cosas por el estilo que defendía Unión Valenciana (UV). Lizondo impuso el blaverismo al PP con Zaplana, pero Zaplana hizo el abrazo del oso hasta que desapareció UV. Con Camps fue diferente, UV había desaparecido y ese argumento lo utilizó poco. Pero no le extrañe que vuelva a surgir.

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