Fin de fiesta. Declaraciones altisonantes, malos gestos, filtraciones interesadas? La jornada de ayer hizo más evidente que nunca la tensión entre Ximo Puig y Mónica Oltra. Todo por culpa del adelanto de las elecciones autonómicas o, más bien, de la lectura por parte de la lideresa de Compromís de que el jefe del Consell tiene decidido el anticipo, una decisión que considera «partidista» y que perjudica a su formación. El pulso de la vicepresidenta aboca paradójicamente a Puig al adelanto o a aceptar una posición de debilidad con respecto a los socios de gobierno.

Quizá en el futuro tengan que volver a entenderse, pero la distancia entre ambos ahora es oceánica. Se vio ayer en los gestos. Puig salía con su equipo del Palau. Se dirigieron por inercia hacia el lugar de la calle de Cavallers donde estaba Oltra charlando con unos periodistas tras la rueda de prensa posterior al pleno del Consell. Cuando el president y los suyos se percataron de su presencia, dieron media vuelta y cambiaron de rumbo para evitar pasar junto a ella.

Solo unos minutos antes, Oltra había cargado con toda la munición posible contra el adelanto electoral. Las declaraciones cayeron fatal en el Palau. Más que por su contenido, por el hecho de que habían sido pronunciadas como portavoz del Consell. «Esa no es la posición del gobierno, es la de Oltra», remarcaba en privado un colaborador del presidente de la Generalitat, que insistía en que la decisión continúa sin estar tomada.

En todo caso, la refriega interna de ayer refuerza la idea de una legislatura agotada que ya se vislumbró durante el pleno de las Corts del pasado jueves, con discursos en la tribuna que sonaban a despedida, como si el ambiente del Congreso de los Diputados se hubiera expandido 350 kilómetros al este.

La sensación de fin del Botànic (al menos en su primera versión) es uno de los argumentos que necesita Puig para echar el cierre a la legislatura un mes antes de lo previsto.

Oltra y los suyos consideran que es una decisión partidista y no política. En el entorno socialista son mayoría, como publicó ayer este diario, quienes creen que aguantar hasta el 26 de mayo (la fecha inicial de las autonómicas y municipales) es igual de partidista porque solo beneficiaría a Compromís. El adelanto, añaden, no solo singularizaría a la Comunitat Valenciana, sino que además, estiman, mejoraría las expectativas electorales del Botànic como bloque.

Pero para Oltra, ese no es un motivo que justifique el adelanto. Apeló a la ética y mencionó tres razones por las que se entendería la convocatoria: inestabilidad, imposibilidad para legislar y falta de apoyo parlamentario. En estos momentos, esas razones «no concurren».

«El partidismo no debería determinar las convocatorias electorales que afectan a toda la población», sentenció Oltra. Además, en Compromís argumentaron que el adelanto podría chocar con la Ley Orgánica de Régimen Electoral general que obligaría a convocar las elecciones autonómicas junto a las europeas y locales. Los socialistas respondieron con la misma ley en la mano, donde se indica que el Estatut d'Autonomía prevalece sobre la norma estatal.