¿Cómo se toma el reconocimiento?
Anima porque visibiliza el trabajo de miles de mujeres a favor de la igualdad, a todas las que han puesto un granito de arena. Hay que recordarlo.
¿Cómo influyó ser mujer en su trayectoria docente?
En mi caso me ha condicionado de manera positiva. Venimos de un mundo de infravaloración y androcéntrico, pero buscamos espacios y rincones donde poder desenvolvernos como mujeres. He pasado diferentes etapas, pero siempre me ha satisfecho mucho la complicidad entre mujeres para avanzar, tener compañeras para caminar hacia un futuro más igualitario donde aportar a la sociedad lo que valemos. Esa ilusión ha estado siempre y para mí ha sido importante sentirme protagonista de cambios, aunque fueran pequeños.
La educación de las mujeres no era igual que la de los hombres ni cuando se formó ni cuando empezó a ser maestra...
No. Me formé con el nacionalcatolicismo y en el sometimiento. Como docente, busqué espacios, estrategias y complicidades para generar cambios en el ámbito más cercano.
¿Qué papel tiene el profesorado en la igualdad?
La educación es absolutamente necesaria. La igualdad se tiene que vivir; más allá de las teorías, las relaciones en la escuela han de ser igualitarias y corresponsables. Eso es lo que formará a las personas.
¿Qué piensa del actual impulso feminista?
Vivimos un estallido, reaccionamos a hechos como la violencia machista, que nos han golpeado muy fuerte y nos han hecho plantearnos otras cosas, como el techo de cristal. Para mí, el feminismo tiene que estar en construcción continua, día a día. Es conseguir unos derechos, pero también cambiar el mundo, vivir diferente.
