La jornada de huelga del 8M, o 'Revolta feminista', como quieren que se les conozca, comenzó ayer desde las 7.30 de la mañana con los piquetes más reivindicativos, primero en Russafa y luego protagonizando algunos cortes de calles en la entrada norte de la ciudad y en la avenida Primado Reig. Un pequeño grupo de algo más de un centenar de personas, a las que se irían sumando a lo largo del día más y más mujeres -y hombres- hasta ser una marea morada multitudinaria, tomaron las calles de la ciudad para gritar bien fuerte contra todo tipo de machismo, acabar con la cultura patriarcal, romper el techo de cristal y en definitiva luchar para poner fin a todo tipo desigualdad que todavía viven muchas mujeres.

Uno de los barrios donde el movimiento feminista se hizo más visible desde buena mañana fue en Benimaclet. Algunas de las manifestantes, que fueron multadas en la concentración del pasado año, quisieron hacer aún más ruido este año «porque la Ley Mordaza no nos va a callar». Los piquetes informativos recorrieron varios puntos del barrio, de forma pacífica, sin incidentes y sin que los agentes antidistrubios de la Policía Nacional tuvieran que intervenir. «Sin piernas, sin brazos, el de Vox a naranjazos», gritaban algunas de las manifestantes focalizando muchas de sus iras contra el partido que quiere acabar con la Ley Integral de Violencia Contra la Mujer.

Tras recobrar fuerzas con una 'xocolatà' en la plaza de la Guardia Civil, donde pintaron un mural en el suelo con mensajes feministas contra el patriarcado, la Asamblea Feminista 8M València tomó el mercadillo de la calle Reverendo Rafael Tramoyeres. Con pancartas y proclamas como: «¡Disculpen les molesties, nos estàn assesinant!» o «No estás sola, aquí está tu manada», más de un centenar de mujeres, la mayoría jóvenes, recorrieron los puestecitos de ropa interior, medias y cacharros de cocina, en un claro alegato para cambiar los roles que todavía se asocian a hombres y mujeres.

En un cruce de calles del mercado realizaron una performance con un ovillo de lana que las manifestantes se arrojaban de unas a otras, a la vez que gritaban los motivos por los que cada una estaba ahí, formando una gran tela de araña, «símbolo de la unión y soloridad» entre las mujeres, según explicó una representante de la Asamblea Feminista 8M.

«Venimos de hacer ocho días de actos reivindicativos y esto va a ser el colofón», apuntaba otra manifestante. «No queremos personificar los actos, es un movimiento colectivo», añadía. A las 7.30 de la mañana representantes de este mismo movimiento feminista habían colgado una pancarta en la Torre Miramar de València, junto la Universidad Politécnica de València.

Cuidar a las cuidadoras

«¡Con copa o sin copa, mi cuerpo no se toca!», o «¡estamos hasta el culo de tanto 'machirulo'!», eran otros de los cánticos con los que avanzaron estas pequeñas manifestaciones por otros barrios como en Cabanyal o en el centro de València.

Frente a la Estación del Norte, desde las 10 hasta las 13 horas, la Comisión Feminista de Cuidados escenificó una 'performance' para visibilizar el trabajo del hogar, de muchas mujeres que tienen que atender a personas a su cargo, y que no quieren que el hombre solo las ayude, sino que también asuma estas funciones y ponga en valor su labor. «Estamos aquí para cuidar a las cuidadoras», explicaba Angela, mientras otras compañeras daban masajes a las cuidadoras o les servían galletitas con delantales tuneados. En el suelo pintadas del «patriarcado», «para que las pisoteemos», añadía otra.

«Tenemos que estar más unidas que nunca para luchar contra el mensaje de odio tan peligroso que está mandando la derecha», añadía otra manifestante. «De camino a casa quiero ser libre, no valiente», rezaba la pancarta de otra joven, que se dirigía a sumarse a la manifestación de estudiante frente a la plaza del Ayuntamiento. Eran los primeros pasos de un día que iba a ser muy largo e importante en la lucha feminista.

En la Ciudad de la Justicia de València también hubo otra concentración a media mañana y colocaron un tendedero bajo el lema: «Estamos hartas», donde las funcionarias iban colgando mensajes de igualdad. A las cuatro de la tarde, la Asamblea Feminista 8M realizó un «micro abierto» frente al CIE de Zapadores en solidaridad con las presas, porque ayer era un día para que los derechos de ninguna mujer quedaran en el olvido.