Al canto de «luego diréis que somos cinco o seis», las estudiantes tomaron tomaron ayer el centro de València, ataviadas con alguna prenda de color morado y sosteniendo pancartas con mensajes reivindicativos. «Sin nosotras no se produce ni se reproduce» o «Quien no se mueve, no nota las cadenas», fueron algunos de los lemas más escuchados. El sindicato de trabajadores de la enseñanza Stepv calificaba de «éxito rotundo» el seguimiento de la huelga en el sector de la educación y tras hacer una encuesta en 300 centros, constataba un seguimiento del 50 % entre maestras y profesoras.

Desde la Universitat de València, fuentes del rectorado apuntaban que la huelga de este 8M ha tenido una incidencia del 85 % entre su alumnado, del 45 % entre el Profesorado Docente Investigador y del 67 % entre el personal de Administración y Servicios. Conselleria de Educació cifraba en un 20,10% el seguimiento de la huelga por parte de maestras y profesoras tanto de primaria como de secundaria, con especial incidencia en València (21,11%), seguida por las comarcas de Alacant (19,26%) y Castelló (18,47 %).

Tres portavoces del sindicato estudiantil encabezaban la concentración, con megáfonos en ristre, mientras cuatro furgones de Policía Nacional y un coche y dos motos de la Policía Local de Valencia cerraban la marcha. Isabel Aguilar, Claudia García y María González se dirigían a los manifestantes celebrando otro «día histórico», como lo fue el año pasado en otro 8 de marzo con manifestaciones «masivas» en las grandes capitales y ciudades españolas, y en todo el Estado.

«Las y los jóvenes nos rebelamos», exclamaban a través de sus megáfonos. Denunciaban a disminución de las ayudas a la dependencia, el cierre de escuelas infantiles y la «trivialización» de la sanidad. Han cargado contra los partidos de la derecha, PP, Cs y Vox, a los que han tildado de bloque «reaccionario, machista y franquista» y han asegurado que los tres partidos de la derecha «tienen mucho miedo de lo que hoy está saliendo aquí». También han criticado la falta de perspectiva de género del sistema judicial, al que han calificado de «machista y clasista, porque protege a los violadores de La Manada y culpabiliza a la víctima».