Cuando pensamos en África es inevitable no imaginar grandes desiertos, llanuras infinitas, una increíble fauna salvaje y algunas de las montañas más bellas de la tierra. Pero el continente africano también esconde secretos que van en contra de las leyes de la naturaleza. Paraísos perdidos en los que ocurre algo único. Diferente al resto de la tierra. Y hay uno en particular que reina por encima de todos los demás: el delta del Okavango. El mayor delta interior del planeta.

Algunos de los mayores ríos del mundo, como el Amazonas o el río amarillo forman grandes desembocaduras cuando se encuentran con el mar. Lo mismo que ocurre con el río Ebro en nuestro país. Todos ellos crean ecosistemas únicos cuando llegan a su final. Todos, excepto el Okavango. Tras nacer en las montañas de Angola, recorrer tres países diferentes y casi dos mil kilómetros se deshace en un espectacular conjunto de lagunas y canales en una superficie total similar a la de la Comunidad Valenciana. A partir de finales de marzo y principios de abril comienza la época idónea para conocer este increíble y escondido rincón de Botsuana. La estación de lluvias da paso a la estación seca, en la que la escasez de precipitaciones facilita el acceso a la zona y permite descubrirla de muchas formas. Ya sea a pie, en embarcación o incluso por aire quien decida llegar hasta este recóndito lugar del continente africano descubrirá un paraje único.

Y no solo es único por la belleza visual de sus paisajes, si no por ser también uno de los mejores lugares para contemplar la magnificencia de las especies de mamíferos que viven en África. Animales como el elefante, el leopardo, el león, el búfalo o el rinoceronte (conocidos todos ellos como los «Big Five») habitan este capricho de la naturaleza. Por todo ello, el delta del Okavango no solo es un auténtico paraíso perdido, sino que supondrá una auténtica sorpresa para todos los viajeros que decidan dejarse llevar por la belleza del río que olvidó al mar.