Un irrespetuoso y acelerado cáncer de vejiga se llevó a marchas forzadas a un ser apacible, a destiempo, cuyos jóvenes últimos años de vida los dedicó libre y espontáneamente a contar al público vivencias y detalles de nuestras fiestas y tradiciones. Se instaló en la novedad de las redes sociales por su cuenta y acudía a otear cualquier brizna festiva que depara nuestro intensivo calendario festivo. Era feliz y disfrutaba con su trabajo, hecho con afabilidad y gusto, con sentimiento y pasión, muchas de las veces de forma altruista.

Con su aspecto abacial, su abultada carpeta y armado de bolígrafo y cámara fotográfica desgranaba los momentos más emotivos de del tesoro festivo local o regional. Gustaba de vivir los momentos pletóricos de nuestras más entrañables fiestas. Se conocía todos los detalles y personajes de nuestras fiestas, y escribía con fruición sobre ellas. Desde la habitación del Peset donde pasó los momentos más duros de su vida mantuvo en vigor su amor por la noticia, por la información, y escribió sus noticias, su peculiares crónicas hasta los días de Fallas, haciéndolo compatible con la esperanza de que los nubarrones pasarían pronto. No pudo acabarlas, el maligno cáncer derrotó al incasable e inagotable Javier. El magnífico personal de Urología del centro compartió con él la lucha y la esperanza de que todo iba a desarrollarse bien, con éxito. Hicieron lo imposible unos y otro siempre con el mejor ánimo y la más generosa sonrisa apostado en todas las trincheras de las más curiosas solemnidades.

Era polivalente: escritor, fotógrafo, conferenciante, conversador y repartía el fruto de su trabajo, pasado de lo festivo a lo general, en particular medio de comunicación de las redes sociales, llevado por la imperiosa necesidad que sentía de contar las cosas que veía o sabía, regido por el principio de la inmediatez.Le veíamos en todas partes, a todas horas, engullido por los acontecimientos, preguntando, anotando, fotografiando y cuando no haciendo exposiciones o dando conferencias. Versátil y variopinto. No contó nunca a quienes andábamos en los lagares de la información, de la noticia, como él, lo que le ocurrió. Ya desde el hospital, a donde se llevó su portátil, insinuó algo sin detallar la gravedad, para disculparse con sus seguidores por su ausencia. Tras la delicada intervención anunció con ganas esperanza, siguió escribiendo, pero su última crónica, fallera por cierto, fue la del 12 de marzo. Ayer acabó la cera de su vela, marchó sin dar la noticia de que su vocación periodística había acabado. Se desvaneció, se diluyó, marchó discretamente, dejándonos la sonrisa amable del compañero apasionado por la vocación periodística, que le hizo feliz en vida, aunque éste el cáncer despiadadamente, sin compasión, se la segara.