Ciencia, tecnología y medio ambiente. Pero no solo eso. El museo Príncipe Felipe, además de ofrecer esos contenidos habituales, será un abanderado de la lucha contra el cambio climático. Esa es la intención de Ximo Puig si gana las elecciones del 28 A, avanzada en la jornada «Cómo afrontar el cambio climático» que tuvo lugar ayer en la Facultat de Economía. «Queremos convertirlo en un centro internacional en alianza con las universidades», señalaba el presidente de la Generalitat.

La referencia es la del Climate Museum que se gesta desde hace unos años en Nueva York. «Ha de ser un punto de referencia en este debate, que debe ser intenso y permanente», con la implicación también de otras administraciones y las empresas. «Cualquier cambio ha de ser un cambio cultural», especificaba Puig, para quien el recinto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias «ha de mostrar a la ciudadanía los problemas para comprometarla a adoptar soluciones». «Ya no podemos mirar a otro lado», advertía.

Las tres apuestas de la Generalitat pasan por el aumento de las energías renovables, una mejora de la eficiencia energética y una movilidad sostenible. Puig incidía en que hay que «incrementar la producción ecológica, potenciar la reutilización e ir al residuo cero». Manolo Mata, portavoz del PSPV en las Corts, y que cerró la jornada coincidía con Puig al lanzar una contundente declaración: «No podemos dar ni un paso atrás en la lucha por un planeta sano para las futuras generaciones».

La ineficiencia del SDDR

Pere Fullana, director de la cátedra Unesco de Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI-UPF, remarcaba la importancia de tener en cuenta la variable ambiental en la actividad legislativa. «No hay materiales buenos y otros malos, lo que hay que buscar es para cada aplicación cuál es el mejor, porque ser más sostenible no es ser mejor», señalaba, contradiciendo algunas de las ideas preconcebidas como que el plástico «siempre es malo».

«Debe tenerse en cuenta el ciclo de vida completo de los productos o servicios», matizaba. Y ponía como ejemplo el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), cuya aplicación «no implicaría mayor eficiencia en el caso de los envases de bebida». «Tendría un impacto ambiental superior al actual», defiende Fullana. «Hemos de pensar y repensar las cosas», concluía. Amparo Vilches, Joan Olmos y Ricardo Almenar manifestaban la necesidad de una mayor implicación de las universidades en la lucha ambiental.