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Encuentro

"Pido perdón porque nos hemos apropiado de la verdad sin poseerla"

La I Jornada de Religiones y Paz celebrada en València centra su debate en la incidencia de las confesiones en el desarrollo de la convivencia pacífica y en la confluencia de "una idea de unidad"

Representantes de las cinco confesiones religiosas mayoritarias, ayer en València. fernando bustamante

«Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos». Así define la Real Academia Española (RAE) el concepto de paz, el mismo sobre el que cinco representantes de las religiones mayoritarias debatieron ayer en València. Dicho encuentro tuvo lugar con motivo de la I Jornada de Tradiciones, Religiones y Paz. El Servicio Jesuita a Migrantes, institución organizadora del evento, estableció una mesa de debate sobre buenas prácticas religiosas y su relación con la paz. Con el objetivo de profundizar en el sentimiento de unión intrínseco a cada tradición, representantes del judaísmo, hinduismo, cristianismo, islam y budismo abordaron la contribución de cada confesión a una sociedad globalizada que, como afirmaron, «hace que cada día estemos más juntos».

«Sin diálogo no hay paz»

De forma casi unánime, todos los ponentes destacaron el diálogo como herramienta para alcanzar una convivencia pacífica que surge, en su opinión, de la paz interior de cada individuo. Así, cuando una persona no está en armonía consigo misma, no es capaz de trasladarla a la sociedad, siendo el fanatismo y el egocentrismo sus mayores exponentes. En palabras de Ven Tenzin Chöky, monja budista, «reproducimos patrones similares a los que criticamos. Para contribuir a la paz, tenemos que hacer la paz». Una opinión compartida por Vicente Collado, secerdote católico y catedrático en la Facultad de Teología de València, quien aprovechó su intervención para hacer autocrítica. «Pido perdón porque no poseemos la verdad, pero nos hemos apropiado de ella», excusó. Una exculpación, no obstante, reprobada por algunos asistentes, que cuestionaron «que las religiones no están al servicio de la paz». «Son casi demoniacas, están gobernadas por el dinero -espetó un oyente musulmán- se han convertido en una bomba que se incendia y mata a todos».

Ante esta acusación, Isaac Sananes, presidente de la Comunidad Israelita de València, argumentó que hay un «trecho» entre la creencia y su puesta en práctica. «Las relaciones entre personas son más sencillas que entre estados y gobiernos», afirmó, para concluir que «sin diálogo no hay paz».

En contraposición, Swami Rameshwaranda, presidente de la Fundación Phi y representante del hinduismo, ensalzó el valor del silencio como elemento necesario en la búsqueda de la paz. «El lenguaje nos separa, el silencio nos une», sostuvo el conferenciante, entendiendo el silencio como la «capacidad de trascender los prejuicios» y poniendo en valor el hecho de saber escuchar, acción cuya finalidad es «dejar al otro ser lo que es».

Respecto a la perspectiva islámica y reforzando el discurso budista, el imán Vicente M. Mota instó a los asistentes a despojarse del ego, ya que «nosotros somos el propio obstáculo para el bien». «¿Cuál es el problema del mundo? ¿Por qué está lleno de sangre y miedo?», planteó una asistente. Cuestión ante la que los cinco representantes coincidieron en señalar la falta de resolución personal en el establecimiento del ser humano en su propia paz interior como la causa principal. Un conflicto ideológico que se traduce en un envejecimiento generalizado de las bases de los fieles. Pese a ello, los ponentes se mantienen optimistas. «El amor está fracasando en todo el mundo, pero vamos a intentar reestablecerlo».

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