Acostarse tarde y madrugar para llegar a clase a las 8 de la mañana se traduce en problemas de salud y en un descenso del rendimiento escolar. En este sentido, pediatras y neurofisiólogos piden un cambio en los horarios de entrada de los institutos, actualmente fijado en las 8 de la mañana, para permitir que los alumnos descansen más y paliar así los trastornos que genera la falta de sueño. «Lo ideal sería que el horario de inicio de las clases siguiese como en la etapa de la educación Primaria, a las 9 de la mañana, e incluso en algunos estados de EE UU empiezan a las 10 y se ha visto una mejora en el rendimiento escolar de los alumnos», señala Isabel Rubio, de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria.
Los adolescentes están afectados por el síndrome de retraso de fase, que provoca que el inicio y la finalización del sueño estén retrasados con respecto a los horarios de sueño convencionales. «El sueño les viene más tarde de lo normal y madrugan mucho para ir al instituto, lo que se traduce en que entre semana, duermen poco y después tratan de recuperar el fin de semana», explica la neurofisióloga Teresa Canet.