Los riesgos geológicos no desaparecen con las fronteras administrativas de cada país. Pese a esta obviedad, a día de hoy no existe una normativa europea común entre todos los Estados miembros que determine cómo afrontarlos. En ello se han centrado un grupo de expertos en Observación de la Tierra y Riesgos Geológicos de los 28 Servicios Geológicos europeos, liderados por Gerardo Herrera del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Todos ellos colaboran para juntar todas las bases de datos de movimientos de ladera de cada Servicio Geológico, y así tratar de ver, por primera vez, cuál es el impacto de este peligro geológico en Europa.

Los movimientos de ladera se consideran los deslizamientos del terreno, los desprendimientos de rocas, los flujos de derrubios y toda una serie de procesos activos que amenazan nuestras vidas y propiedades, así como infinidad de infraestructuras.

«Por sorprendente que parezca, este proyecto carece de financiación y se ha hecho gracias a la dedicación de sus participantes», explica Gerardo Herrera, científico del IGME. Con todo, los autores pretenden poner en evidencia la inexistencia de una directiva marco europea que permita que estos peligros geológicos se estudien de manera coordinada en Europa. Y es que una de las realidades a las que han tenido que hacer frente es la disparidad legislativa que se han encontrado a la hora de responder al fenómeno geológico más extendido en toda la Unión Europea, junto con las inundaciones. «El problema es que, pese a ser muy recurrentes, suelen ser fenómenos locales que afectan a un municipio o a una infraestructura concreta, y por ello la sociedad no tiene una percepción real de su impacto. Desde 2015 hemos inventariado entre 4.000 y 5.000 movimientos de ladera que, o bien han producido muertes o heridos (afortunadamente los menos), o han generado un grave impacto en zonas urbanas o en infraestructuras y carreteras», añade Herrera. Un exhaustivo trabajo de armonización de las bases de datos, que ha exigido traducir a lo largo de tres años las diferencias a una especie de lengua común de acuerdo con estándares internacionalmente aceptados.