Este comentario se iba a titular de otro modo, más directo, pero seguramente no se entendería, por el título, su presencia en esta columna de opinión meteorológica. Hace años que venimos defendiendo la necesidad de que los planes urbanísticos municipales, que con la ley valenciana han pasado a denominarse Planes Generales Estructurales, deben incorporar estudios serios sobre riesgo de inundaciones; en general sobre riesgos naturales. Esta obligación viene reclamándose a los municipios valencianos que revisan su planeamiento desde 2003, con la puesta en marcha del PATRICOVA, plan que ha supuesto la evitación del incremento de la exposición al peligro de inundaciones de territorios y personas, en una apuesta clara por la racionalidad en la ordenación del territorio. La geografía, como disciplina de los estudios de riesgo, ha contribuido con sus informes y mapas a que ello fuera así.

Esta semana se ha aprobado el Plan Estructural de Dénia y en él hay un tratamiento específico, detallado, del problema de las inundaciones en este municipio, uno de los territorios valencianos que con más frecuencia padece riadas y anegamientos. Resulta sorprendente que esto no se hubiera producido antes en un espacio geográfico como Dénia. Pero como ha ocurrido en tantos municipios litorales valencianos ha primado el interés de la promoción inmobiliaria, de la transformación intensiva del suelo, incluso en zonas inundables, frente a la ordenación sostenible del territorio.

El Plan Estructural de Dénia es un ejemplo de lo que debe ser la planificación urbana en un municipio litoral mediterráneo con visión de futuro. Un plan sensato, prudente, sostenible, racional. Qué casualidad que la concejalía de urbanismo de Dénia esté en manos de una geógrafa de raza, brillante alumna de la Universidad de Valencia. Enhorabuena, María José Ripoll. Así se iba a titular este comentario. Dentro de unos años toda la ciudadanía, incluso los que ahora incomprensiblemente puedan estar en contra, reconocerán el valor de este documento de ordenación urbana que sitúa a Dénia como una ciudad moderna, europea, con visión racional de su desarrollo económico futuro y una mayor calidad ambiental.