Los votantes, y no solo los partidos, tampoco están inmunizados ante actividades con sombras de ilegalidad o alegalidad, como quedó acreditado en el caso de Cambridge Analytica, la empresa británica que accedió sin permiso a los nombres y preferencias de millones de usuarios de Facebook, de modo que pudo ayudar a Trump o a los partidarios del brexit a realizar perfiles políticos y adaptar el mensaje a diferentes públicos y hasta manipularlos.
Desde hace pocos meses, con todo, un cambio legal institucionaliza este tipo de prácticas. La nueva normativa de Protección de Datos incorpora una cambio en la Ley Electoral que permite a los partidos «la recopilación de datos personales relativos a las opiniones políticas de las personas que lleven a cabo los partidos políticos en el marco de sus actividades electorales».
«Es lo mismo que hizo Cambridge Analytica, conseguir targets de ciudadanos. Normalmente los partidos juegan con los censos, ahora pueden conjugar esos datos con su actividad en redes. Hay sistemas de intelegencia artificial para conocer nuestros gustos y opiniones. Los objetivos son inconfesables. Podrán mandarnos publicidad segmentada a cada uno o incluso manipular nuestras opiniones», critica Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas.
Los partidos ya segmentan sus mensajes en redes sociales como Facebook. Algunas formaciones reconocen que, por ejemplo, han hecho proselitismo entre seguidores de determinados grupos de música en los que puede encontrar afinidad. La nueva ley permite ir más allá, recogiendo datos personales relativos a las opiniones políticas. Con la nueva ley, apunta Domingo, los partidos políticos también van a poder enviar correos masivos no solicitados (spam), algo que ya se puede realizar con fines comerciales.
El Defensor del Pueblo ha presentado un recurso de inconstitucionalidad contra esta reforma de la ley electoral.
