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Estudio

"La educación respecto a la diversidad sexual es inexistente, faltan referentes"

Colectivos LGTBI reivindican un modelo educativo inclusivo mediante la formación tanto de profesorado como de alumnado

Al preguntarle sobre el modelo educativo recibido en sus años como escolar, Arnau Furió lo tiene claro. En el imaginario de este joven valenciano se repite de forma constante la misma imagen: recreos masculinizados en los que ellos ocupaban el centro del espacio al jugar a fútbol y ellas se concentraban a su alrededor. Habla de una estructura jerárquica y binaria en la que él nunca sintió que tuviese cabida.

«Me preocupaba más que mis compañeros aceptasen mi homosexualidad que hacerlo yo mismo», admite. No fue hasta los 16 años cuando abrazó su diversidad sexual y se atrevió a compartirla libremente, la misma de la que asegura que su inclusión en los programas educativos es «inexistente». A su parecer, «hacen falta más referentes, de identidad de género no se sabe nada».

El estudio Diversidad sexual y convivencia. Una oportunidad educativa elaborado por el grupo de investigación Antropología, Diversidad y Convivencia establece que a partir de los cuatro años comienzan a observarse diferencias mal acogidas entre los menores, las mismas que se convierten en motivo de burla e insulto. Solo un año después, la perspectiva de género se introduce en el discurso vejatorio, aunque no es hasta la educación primaria que se verbalizan expresiones como «mariquita» o «marimacho».

Una circunstancia que las conclusiones del monográfico atribuyen a la falta de aprobación ante aquello que se considera diferente, así como a una carencia educativa en la que el alumnado obtiene información sobre diversidad por medio de la televisión, pero no desde los centros de enseñanza. «Si algo es destacable es el peso específico que tienen todas las cuestiones vinculadas con el binarismo de género que limita sus preferencias y su visión del mundo al establecer lo que está bien y lo que está mal», señala el estudio. De este modo, no encajar en el sistema hegemónico ?ser o parecer lesbiana, gay o bisexual y romper con los roles de género masculinos? se convierte en objeto de discriminación.

«Los adolescentes perciben un silencio opresivo en torno a la homosexualidad, bisexualidad y transexualidad que se traduce en un fuerte sentimiento de soledad y aislamiento que explica las frecuentes dificultades emocionales, así como intentos de suicidio, prácticas sexuales de riesgo, consumo de sustancias y elevadas tasas de absentismo y abandono escolar respecto a estudiantes heterosexuales», señala el informe La Diversidad, coordinado por María José Ferriols Tierno, quien también coordina el grupo de educación Lambda València. Desde este colectivo plantean un modelo educativo libre de «contenido heterosexista» que desarrolle programas de refuerzo psicológico dirigidos a personas LGTBI, así como la implementación de una guía de formación inclusiva para alumnado y profesorado en los centros educativos con independencia de su titularidad.

Actores y estrategias

Hasta ocho de cada diez estudiantes, como refleja el informe del grupo antropológico, ha sido testigo de burlas relativas a la orientación sexual y la identidad de género. Agravios emitidos por casi el 50 % de los estudiantes, de los cuales solo el 10 % es trasmitido al personal docente de las escuelas. Ante estos conflictos, el 42,8 % del profesorado afirma no intervenir y acusa a la falta de recursos y estrategias, así como al desconocimiento de la forma adecuada de actuación de su inoperancia. Según los últimos datos de la Generalitat Valenciana ?la Memoria anual sobre convivencia escolar no se actualiza desde el año 2016?, el 95,14 % de los centros escolares valencianos cuenta con planes de atención a la diversidad e inclusión educativa, cuyo resultado óptimos, en una escala de uno a cinco, fue de 4,15 en el curso 2016/2017.

Fue este último año cuando Joan Ribó, alcalde de València, firmó la declaración de la capital como Ciudad Educadora, en cuyo manifiesto destacó su «compromiso con una educación inclusiva y de calidad». Un ejercicio escolar en el que también se aprobó el protocolo para dotar a cada centro educativo de un coordinador de Igualdad y Convivencia, así como formaciones específicas sobre orientación de alumnado y talleres contra la violencia escolar.

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