El incendio de la catedral parisina de Notre Dame el pasado lunes calcinó siglos de historia y cultura al reducir a cenizas un patrimonio histórico milenario transformado ahora en un entristecedor vestigio.

El fuego se decretó cuando al reloj le faltaban pocos minutos para marcar las siete de la tarde y, como resultado de la virulenta combustión, dos terceras partes de la bóveda, así como la aguja del templo, se desplomaron ante los sollozos de numerosos parisinos y turistas que se concentraron en las inmediaciones del edificio. Fue el impacto tras el derrumbe de esta misma, sometida a una obra de restauración, la que ocasionó daños en el transepto y crucero de la catedral. En su interior, un órgano de magnánimas dimensiones logró resistir a los intempestivos contratiempos.

Cinco semanas previas al trágico suceso, Notre Dame albergó el veterano ciclo dedicado al gran instrumento del templo francés, que contó con la participación del músico valenciano Arturo Barba. Y es que, el organista del Cap i Casal fue el único intérprete español invitado al evento.

El órgano de Notre Dame se remonta al siglo XVIII, aunque su personalidad es eminentemente decimonónica tras la intervención del organero francés Aristides Cavaillé-Coll a mediados del siglo XIX. Es una instrumento enorme, con más de 8.000 tubos y unas "posibilidades tímbricas extraordinarias", relata Barba. El órgano había sido, como explica, concebido para ese espacio y acústica. "Su potencia, su proyección sonora, el equilibrio de los diferentes teclados, la presencia de los graves€ Arquitectura y sonido son inseparables en lugares como Notre Dame", asegura.

"Experiencia inolvidable"

En aquel momento, él no sabía que su primer concierto en Notre Dame, el cual esperaba con "emoción", iba a convertirse forzosamente también en el último. Aunque el fuego no ha destruido el histórico instrumento, sí ha ocasionado algunos desperfectos. "El órgano estaba cuidadosamente calibrado para la acústica de la catedral. Notre Dame es un templo grande, con una reverberación elevada pero no excesiva, muy compatible con la música de órgano", puntualiza. Tras el incendio, teme que la acústica de la iglesia pueda variar debido a las acciones de reconstrucción que se adopten. Destaca que "en un espacio de este tipo depende mucho la geometría y los materiales de acabado de las grandes superficies que lo componen, y una de ellas sin duda es la cubierta interior de la catedral que se tendrá que reconstruir en los próximos años".

"Haber interpretado un concierto de órgano en la catedral de Notre Dame de París ha sido sin duda un privilegio enorme", rememora con nostalgia. "Es un icono, es mucho más que una de las catedrales más famosas del mundo. Su órgano es para cualquier organista uno de los instrumentos más importantes del mundo por su calidad, tamaño y sonido, pero también por su historia, tradición y significado", afirma.

Así, admite que nunca olvidará el "respeto" y "emoción" que le produjo sentarse por primera vez frente al instrumento. "Tuve el privilegio de poder estudiar seis horas en el instrumento, a puerta cerrada. Con la catedral vacía. El espacio, el órgano y yo€ Fue una sensación indescriptible". Unas horas de "descubrimiento y aprendizaje" en las que el instrumento "le habla al intérprete, en las que se comprende por qué la música hecha para estos instrumentos es de un modo y no de otro".