Los climatólogos Jorge Olcina y Enrique Moltó, investigadores del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, acaban de escribir el libro Climas y tiempos del País Valenciano, una completa publicación que analiza todos los tipos de clima que se pueden encontrar en el conjunto de la Comunidad Valenciana, en el que han participado expertos de todo el territorio autonómico.
P¿De qué trata el libro?
R Es una puesta al día de los aspectos básicos que componen el mosaico de tiempos atmosféricos y de climas que hay en la Comunitat Valenciana. Los dos coordinadores queríamos hacer una actualización del excelente Atlas climático de la Comunidad Valenciana que publicó el profesor Alejandro Pérez Cueva en 1994. El gran valor de este libro es la participación de muchos colegas, amantes de las cuestiones meteorológicas y climáticas, que han aceptado colaborar en su preparación ofreciendo lo mejor de sus investigaciones.
P¿Ha cambiado el clima en nuestro territorio?
R Se están empezando a manifestar ya efectos en las temperaturas y las precipitaciones. La temperatura media en la Comunitat Valenciana ha subido 0,7º desde 1950, una subida muy importante. Se han cuadruplicado las noches tropicales (la temperatura no baja de los a 20º) pasando de 15 en 1980 a 70 en la actualidad. La temperatura del agua del mar ha aumentado 1,2º desde 1980. Esto es para mí muy preocupante. Y en cuanto a las lluvias, se ha producido un descenso en casi todo el territorio valenciano, menos en las comarcas de La Safor y Marina Alta. Lo más grave es que está alterándose la estacionalidad (llueve menos en primavera y algo más en otoño) y la intensidad de las lluvias. Es decir, llueve menos días al año pero lo hace con más intensidad. Y nuestras ciudades no están preparadas para asumir las lluvias intensas en sus redes de alcantarillado.
P¿De qué hablamos cuando decimos que van a disminuir las lluvias a medio plazo?
R Todos los modelos climáticos prevén un descenso de precipitaciones a medio plazo (2040) entre el 10 y 15 %. Pero a ello se añadirá el aumento de la irregularidad de las lluvias y los cambios en la estacionalidad que, como se ha señalado, ya se están produciendo. Por tanto, es un tema muy serio que se debe llevar en cuenta tanto en la planificación hidráulica como en la ordenación del territorio.
P¿Avanza el desierto?
R Avanzan los problemas de erosión por causa natural al ir haciéndose más extremo nuestro clima y porque la Administración hace poco por atajarla. Y avanza la desertificación antrópica, es decir, la transformación del suelo para uso urbano e infraestructuras que provoca la pérdida de suelo fértil de forma irreversible. Esta es para mí la peor desertificación que padecemos. La ocupación del suelo fue brutal en los años del ‘boom’ inmobiliario entre 1998 y 2008. Pero hablar de desierto como tal, que el Sáhara ya lo tenemos aquí, es una exageración. En 2019 tenemos más hectáreas arboladas que en 1970. Ahí están los inventarios forestales.
P ¿Qué medidas se deben adoptar para combatir los riesgos que provocan los cambios del clima?
REl Patricova y los planes de gestión de las sequías son de obligada consulta en los procesos de ordenación territorial. Además, debería modificarse la Ley de Costas de 2013, que amplió la concesión de ocupación del Dominio Público Marítimo-Terrestre setenta años más, en un acto de profundo desconocimiento de lo que pueden ser los efectos del cambio climático en el nivel del mar y aumento de oleajes intensos en el litoral mediterráneo. Y en el tema del agua, la solución a medio y largo plazo está clara. Si no queremos seguir engañando a la gente: aguas superficiales, subterráneas, reutilización de aguas depuradas y desalación subvencionada por Europa. Los trasvases ya no van a ser posibles en un escenario de cambio climático.
P ¿No nos estaremos pasando por la falta de datos históricos sobre los cambios del clima?
REl problema es que el cambio climático por efecto invernadero actual tiene un nuevo factor que se ha sumado a la variabilidad y los cambios naturales del clima desde el origen de la Tierra. La emisión de gases procedentes de la quema de combustibles fósiles, principalmente, está alterando el balance energético planetario, forzando el calentamiento de las capas bajas de la troposfera terrestre. Y esto es lo que explica la subida súbita de temperaturas que se registra desde los años ochenta del pasado siglo.
