El 47,7 % de los hogares de la Comunitat Valenciana están formados por personas sin hijos. En los últimos años, la estructura familiar ha sufrido cambios que han repercutido en los tipos de vivienda según sus habitantes. El clásico modelo de familia tradicional está en declive. Una muestra de ello es que hay más hogares unipersonales y de parejas sin hijos que de familias con descendencia. De hecho, hay 516.600 casas en la Comunitat donde solo vive una persona, y 434.900 donde conviven parejas sin hijos.

Tal y como publicó el 1 de abril el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Encuesta Continua de Hogares, el número de viviendas habitadas en el territorio autonómico cada vez es menor. La mayor transformación se observa en las familias con hijos, que en 2018 ocupaban 672.700 hogares, veintiséis mil menos que el año anterior. Alicia Villar, doctora en Sociología por la Universitat de València, explica que este gran descenso se debe a que la juventud ya no toma el matrimonio y la paternidad como aspiración vital, de manera que «la representación social de una familia numerosa no encaja con la juventud actual».

Por otro lado, las familias monoparentales no paran de aumentar. En el último año, los hogares compuestos por un padre o una madre que cría al hijo en solitario se han incrementado hasta alcanzar la cifra de 198.600 viviendas, siete mil más que el año anterior. «El número de familias de este tipo encabezadas por la madre es tres veces mayor que las encabezadas por un padre. Por ello, en ocasiones se denominan familias monomarentales», comenta Villar.

En cuanto a los hogares unipersonales, la doctora en Sociología apunta al aumento de la esperanza de vida y de las personas separadas, divorciadas y viudas como principal causa del auge de este tipo de vivienda. Además, Alicia Villar explica que los jóvenes también han contribuido en el incremento de la cifra de casas donde solo vive una persona. «Se trata de gente joven que ha conseguido independencia económica -cosa que no es fácil debido a los momentos de precariedad juvenil que vivimos-, y decide como un proyecto individual vivir sola», indica la socióloga.

La caída de los hogares compuestos por familias numerosas es otro de los datos a destacar. En 2013, las familias con tres o más hijos componían 59.000 hogares, mientras que en 2018 la cifra se situaba en 51.000. La explicación, desde la investigación sociológica, radicaría en la incorporación de la mujer al trabajo remunerado, las dificultades de emancipación de la gente joven y la precarización laboral juvenil.

Nuevas formas de familia

El patrón sociológico de los hogares está cambiando, y esto ha provocado que el viejo modelo de familia tradicional esté en declive.

Los hogares monoparentales, unipersonales y de parejas sin hijos suponen nuevas realidades cada vez menos excepcionales. Las causas de estas grandes transformaciones radican en los cambios que se están produciendo a nivel social: el empoderamiento de la mujer, la precariedad laboral juvenil y el movimiento LGTB, entre otros.

Uno de los motivos que más ha influido en esta transformación es el acceso del género femenino al mundo laboral remunerado. La independencia económica ha permitido que las mujeres puedan tener hijos sin la necesidad de contar con una pareja estable. Tal y como explica el sociólogo valenciano Alexis Lara: «Las mujeres ya no dependen de un hombre para formar una familia».

Otra razón de peso que justifica el auge de los modelos menos convencionales de familia es la realidad económica de los jóvenes. Según Eurostat, la tasa de paro juvenil en España es la segunda más alta de la Unión Europea con alrededor de un 35 % de desempleados. Para Alexis Lara: «Con un paro juvenil tan alto es muy difícil planificar un futuro».

Todos estos datos confirman un cambio estructural familiar que se ha ido acentuando en los últimos años.

El modelo clásico de familia se está deteriorando, en pro de una renovación social. El sociólogo Lara asegura que la transición es inevitable, ya que «nuestra sociedad se está volviendo cada vez más plural».