La Semana Santa transcurrió gris y desapacible, con un vendaval en modo triturador. El viento igual llenaba los paseos marítimos de arena, que derribaba unos cuantos árboles. Sin ningún miramiento. Ni siquiera ante el sector hostelero, que ha cerrado la campaña con una merma de reservas en hoteles de entre el 50 y el 80 % respecto a años anteriores. Un embolsamiento de aire gélido -gota fría- en las capas medias y altas de la troposfera, a poco más de cinco kilómetros sobre nuestras cabezas, se envalentonó y en plena primavera, con un mar fresquito, sacó un arsenal de cúmulos y cumulonimbos. Estos últimos derivaron en chubascos tormentosos dispersos hasta la tarde del domingo. Después explotaron. En plena hora de la siesta, las enormes nubes de tormenta empezaron a establecer alianzas para poner la guinda al episodio. La negociación debió ser fácil, porque en un rato montaron un monstruoso Sistema Convectivo de Mesoescala (SCM).

Los SCM son enormes entramados de cumulonimbos que tienen la capacidad de dejar tiempo severo por doquier: lluvias intensas y persistentes, granizo, rayos, truenos y lo que el Altísimo disponga, que para eso estábamos en Domingo de Resurrección. Para que se hagan una idea, una gran nube de tormenta es capaz de absorber 700.000 toneladas de aire cada segundo y condensar, en ese mismo lapso, 7600 toneladas de vapor de agua. Este trabajo libera 19 millones de megawatts en forma de calor. A ojo de buen cubero, 5 veces la potencia de todas las centrales eléctricas de la Tierra. Ahora extrapolen todo esto a una muchedumbre de cumulonimbos unidos por la misma causa. ¿Los efectos? En Xàbia tienen un ejemplo. Ramblas desbordadas, calles convertidas en ríos y barrios enteros anegados. En cuestión de unas pocas horas, varios observatorios de la AVAMET dispuestos en esta localidad alicantina sumaron más de 200 litros por metro cuadrado. La estación ubicada en el centro histórico cerró el día con 267 l/m2. Eso es una barbarie.

El diluvio se pudo seguir en directo en la red de estaciones (MXO) de la AVAMET, donde casi se cuantifica cada gota que cae al segundo. Cada vez más gente conoce esta herramienta de seguimiento meteorológico que el domingo, solo entre las ocho y las nueve de la noche, sumó 18.603 visitas. Era el momento álgido del temporal pero ya llevaba buena ristra, porque acabó el día con 212.970 y el episodio con 1.028.295, casi nada. El SCM quedó retratado.