Día soleado, atrezzo natural tras una cristalera (la playa de la Malva-rosa), una hora de retraso sobre el horario previsto y un mensaje electoral clave: el voto útil es el del PP. Al propósito de convencer a los votantes de la derecha de que apoyar a Ciudadanos y Vox puede acabar renovando a Pedro Sánchez en la Moncloa, se volcó ayer el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Pablo Casado, en un acto en València con alrededor de 600 personas. La cita, celebrada en un club de ocio de la Malva-rosa, trastocó algo los planes de los populares de Isabel Bonig, que, en principio, contaban con que el líder nacional estaría por la tarde en el mitin de cierre de campaña celebrado en los Tinglados del Puerto con más de tres mil personas.

No obstante, Casado, consciente de que los votos que pueden llegar de la Comunitat Valenciana pueden ser claves y que Bonig tiene opciones de convertirse en presidenta de la Generalitat, arrancó su intervención con un guiño a la Comunitat y con el compromiso de atender sus reivindicaciones.

«Yo soy uno mas de vosotros, soy de la Comunitat Valenciana, porque uno es de donde pace no de donde nace», dijo en alusión a que tanto su esposa como su hijo son ilicitanos. «Como soy casi valenciano, el lunes cuando sea presidente, vamos a gobernar y a ocuparnos de esta tierra, que ha estado demasiado tiempo sin respuesta a sus demandas justas», mantuvo, aunque no puso nombre a ninguna.

Dicho esto, Casado puso en valor una por una a las candidatas valencianas: Isabel Bonig, para la Generalitat; Maria José Català, para la alcaldía de la ciudad; y Belén Hoyo, su persona de confianza, para encabezar la lista del Congreso, así como González Pons y Fernando De Rosa, candidatos a Europa y el Senado, respectivamente.

Los mejores candidatos

«La Comunitat no trabaja con bisutería, saca los mejores», dijo. Sobre Bonig, aseguró que es «la mejor, va a romper el techo de cristal y será la primera mujer presidenta de la Generalitat». Casado mantuvo que había hecho una «brillante oposición» y se mostró convencido de que los valencianos valorarán su esfuerzo: «España y la Comunitat Valenciana merecen tener al frente de la Generalitat una mujer como tú», precisó. Casado también tuvo palabras de elogio hacia Català, de quien dijo sabrá estar a la altura de «una alcaldesa de bandera, insustituible, como Rita Barberá».

Fue la única alusión a la exalcaldesa fallecida, si bien en la mente de Bonig debía estar cuando la candidata tomó la palabra y recordó los momentos difíciles que ella y su equipo habían superado en esta etapa en la oposición. Fue el momento más emotivo del acto. A Bonig se le quebró la voz y estuvo a punto de romper a llorar. De hecho, tuvo que interrumpir su discurso. Los asistentes con Casado y los candidatos en primera línea se pusieron en pie y la aplaudieron, mientras el público coreaba «¡presidenta, presidenta!»

La Comunitat Valenciana también volvió al discurso de Casado cuando se refirió al conflicto catalán. «Como valenciano no voy a permitir que me llamen apéndice de los países catalanes», manifestó arrancando los aplausos de los asistentes: «València no será catalana, no será el anexo de nada imaginario porque tiene lengua propia, patrimonio, historia y cultura», apostilló.

Movilización de la derecha

Con todo, los mayores esfuerzos de Casado se dirigieron a movilizar a los votantes de derecha y convencerles de que dar la papeleta a Vox y Ciudadanos podría significar tirar el voto como consecuencia de la ley electoral. En modo didáctico y con un tono moderado (que no impidió acusaciones gruesas contra Sánchez ), insistió en que es necesario unir todo el voto en torno al PP: «Somos centristas, liberales y dialogantes con la izquiera y a la derecha». Por eso, y dirigiéndose a Ciudadanos y Vox, dijo. «No nos pisemos la manguera». En un acto anterior, Casado se mostró favorable a que Vox entre en el Gobierno. Esta invitación no se repitió en València. «Simpatizantes de Ciudadanos y de Vox, con todos mis respetos, si no les importa que pueda seguir gobernando Sánchez, sigan votando a Vox y a Ciudadanos», manifestó.

La otra clave del mensaje del PP fue contra el voto del miedo al pacto de la derecha que agitan los partidos de izquierda. Casado defendió el acuerdo de gobierno en Andalucía, pues todo lo pactado es suscribible por los constitucionalistas: «¿ Miedo de qué?», se preguntó. «A la izquierda le da miedo que levantemos las alfombras, que descubramos los chiringuitos, que ocultaban un millón de personas en las lista de espera», señaló. En su opinión, el 28M hay dos alternativas: votar al PP o al PSOE, una opción que supone apoyar «la fractura de la unidad nacional, el blanqueamiento del pasado terrorista etarra, y la homologación del populismo bolivariano».

La única alusión velada sobre la corrupción, fue para asegurar que el PP ha cambiado y es un partido humilde que ha aprendido de los errores.