La gran asignatura pendiente en la recogida selectiva corresponde a la materia orgánica. Aquella fracción de los residuos domésticos destinada al denominado «quinto contenedor» o «cubo marrón», el gran desconocido aún para muchas localidades. Aunque ciudades como Barcelona venían utilizándolo ya desde 2007, su implantación en la Comunitat Valenciana se inició en el año 2017, pero solo en algunos municipios, especialmente en el norte de Castelló y determinados puntos de Alicante para ir ganando terreno de forma progresiva. En València ciudad los primeros depósitos llegaron en 2016, y solo en un mes se recogieron 154.620 kilos de materia orgánica. Casi dos años y medio después, el Govern de la Nau ha aprobado su instalación ya en toda la ciudad, pues las nuevas directivas europeas obligan a la recogida de la materia orgánica selectiva antes del 31 de diciembre de 2023. Algo que afecta a todos los municipios, independientemente de su tamaño.
La baja eficiencia histórica en el reciclado de muchas plantas de tratamiento mecánico-biológico, la tardía implantación del «marrón» respecto a otras comunidades autónomas, y la falta de concienciación ciudadana sobre su uso -no hay más que abrir algunos para ver todo tipo de basura, incluso envases de plástico o vidrio-, han llevado a que en 2017 solo se alcanzara la cifra de 34.743,49 toneladas de compost producido.
Algo que según la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente «se verá compensado» a partir especialmente de 2019, por la ampliación de este sistema y las obras de reforma en varias instalaciones de valorización y eliminación de residuos urbanos. Entre ellas una de triaje y compostaje en Guadassuar, que sustituirá a una de más de veinte años de antigüedad, o con la modernización de las instalaciones de Elx y Xixona, así como la inclusión de varias líneas de separación de subproductos, especialmente vidrio, en Quart de Poblet, Campello o Llíria-Caudete.
