La masiva movilización ciudadana a las urnas del pasado 28A lanzó un claro mensaje contra el discurso del odio. No obstante, ante unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina, más de un centenar de personas decidieron no flaquear y salir a la calle en una marcha en la que lanzar un mensaje de solidaridad contra el racismo, exigir «ni una muerte más en el Mediterráneo» y advertir de que la «Ley de Extranjería mata a gente todos los días».

Las colas frente al Centro de Atención al Inmigrante (CAI) para recibir una plaza o el colapso en el sistema para que los menores inmigrantes no acompañados obtengan la regularización de su situación antes de cumplir la mayoría de edad, fomentaron este domingo las críticas de los colectivos adheridos a la marcha. Criticaron que el sobrenombre de València de «Ciudad de Acogida» se ha convertido en «papel mojado», en «pancartas y promesas» que son «tiritas» en materia migratoria.

Así, más de 200 organizaciones y plataformas de apoyo a personas migrantes y refugiadas, feministas y antifascitas recorrieron desde la plaza del Ayuntamiento de València, la calle de las Barcas hasta llegar a la de Colón y depositar, bajo Delegación del Gobierno una corona de flores por las decenas de miles de vidas perdidas en el Mediterráneo. Por ellos guardaron un minuto de silencio en el que muchos agacharon la cabeza y otros simplemente callaron con la mirada perdida.

Un abrazo entre quienes migran de sus ciudades y los que les arropan cuando llegan cerró la manifestación. Un símbolo para reivindicar la solidaridad que «la ultraderecha pretende criminalizar», aquellos que «utilizan como chivo expiatorio a la inmigración y fomentan sentimientos xenófobos y la guerra entre pobres», denunciaron.

También los colectivos feministas se adherieron a la marcha para «no olvidar a las mujeres migrantes», indicó Teresa Meana, portavoz de la Casa de la Dona de València. Aquellas mujeres migrantes que, durante el proceso migratorio, «sufren una violencia sexual permanente por los miembros de las mafias, de los policías de las fronteras, de su familia, pero también de sus compañeros en los campos de refugio».

Los asistentes a la marcha reclamaron, así, hacer de València una «ciudad ejemplar» que cumpla con la declaración de los Derechos Humanos y que, incluso, vaya más allá. Explicó María Fer Media, de Mujeres con Voz, que no solo hay que defender el derecho a la libre movilización, sino también el de «resistir» en los territorios de origen. Algo que, explicó, se consigue con la cooperación entre pueblos. Como el abrazo en el que más de un centenar de personas se fundieron y que consiguió desdibujar, este domingo, las fronteras entre unos y otros.