Al igual que la alergia y otras enfermedades inflamatorias de las vías respiratorias, está comprobado el efecto negativo que tiene en los pacientes la contaminación ambiental. En el caso del asma, existen estudios que han relacionado directamente la mala calidad del aire que respiramos con el aumento de prevalencia de la enfermedad incluso por barrios: si se vive cerca de una calle en la que hay mucho tráfico, se tiene más posibilidades de desarrollar la enfermedad ya se sea niño o adulto. Así lo establece un estudio publicado en 2016 y realizado en diez ciudades europeas que concluía que vivir cerca de carreteras con mucho tráfico podría llegar a explicar el 15-30 % de todos los nuevos casos de asma en niños.

«Los estudios así lo demuestran aunque no se han realizado con esa exhaustividad aquí en España», explica la jefa del servicio de Neumología del hospital Doctor Peset, Eva Martínez. Además de crear más nuevos asmáticos, la proliferación de partículas contaminantes en el aire perjudica directamente a las personas con esta enfermedad y, como en la alergia, cuando hay picos de contaminación «se deja notar en las consultas porque los episodios agudos se multiplican», añade la experto.

Otro de los enemigos directos del asma es el tabaco, una práctica que sigue en alza entre los adolescentes y contra la que Martínez Moragón también alerta. «Tenemos a muchos asmáticos jóvenes que se han apuntado a la moda del 'vapeo' pensando que era menos perjudicial para su enfermedad cuando no es así», se lamenta la especialista.