Los investigadores que analizan la isla de calor urbana provienen de disciplinas muy diferentes, tales como la física del aire (meteorología), geografía (climatología), arquitectura, ingeniería ambiental, medicina o los ambientólogos. Algunas investigaciones explicitan claramente los efectos positivos de la isla de calor, especialmente en ciudades de latitudes elevadas o ciudades de latitudes medias pero con inviernos muy fríos, en climas continentales.

De este modo, la isla de calor urbana supone un incremento de la temperatura hibernal y del resto del año, por lo que el período vegetativo se hace más largo, se alarga, especialmente en las estaciones equinocciales, primavera y otoño.

También se pueden cultivar especies más termófilas respecto a las afueras, con lo cual en el caso de haber huertos urbanos podemos tener productos hortícolas o cultivos de latitudes más bajas, con lo que los agricultores urbanos pueden tener un ahorro económico y vender su producción para el mercado local o puede darse una agricultura de autoconsumo.