«Mi hijo se ha intentado suicidar por el acoso que ha sufrido en el colegio, y está vivo de auténtico milagro». El testimonio desgarrador es de Sandra, la madre de Alex, nombres ficticios para preservar su identidad. Ambos residen en Mislata, donde el menor de 11 años cursa sexto de Primaria en uno de los centros públicos del municipio. El pasado siete de abril, en torno a las 23.45 horas, el niño no pudo más y se precipitó al vacío desde un cuarto piso. Cayó sobre un coche y atravesó la luna trasera. Tiene lesiones graves en ambos brazos, además de cincuenta puntos de sutura debido a los cortes por los cristales. Ahora está a punto de iniciar tratamiento psicológico.

El intento de suicidio de Álex, aseguran sus padres, fue el último episodio de una serie de acoso reiterado de un pequeño grupo de compañeros de clase, y de la «nula actuación del centro», denuncia Sandra. Tal como relata la madre, a finales de febrero, el niño confesó el calvario que estaba viviendo en las aulas. «Una noche me lo contó. No podía más. Él no suele pedirnos que intercedamos en las cosas que le pasan con sus compañeros, pero ya no aguantaba», confiesa. «Insultos (desde asqueroso a moro), vejaciones, lo expulsaron del grupo de wasap que tienen los alumnos de clase...», detalla. Fue ahí cuando la progenitora ató cabos: «No quería ir a clase, fingía estar enfermo, incluso de la tensión estuvo enfermo varias veces», admite.

Ante tal situación, acudió al centro para entrevistarse con el director. «Le conté lo sucedido y le pedí que se tomaran medidas», explica. La respuesta del CEIP no le convenció. «Me aseguró que se activaría un protocolo, pero después de las vacaciones», apunta.

Pero Álex seguía contándole a sus padres el acoso que sufría en clase. «Nos plantamos en el centro su padre y yo para volver a hablar con el director», indica. Pero el docente estaba en un atasco y pese a esperarlo en el exterior del colegio no pudieron hablar con él. Solicitaron una cita a la secretaria. Sería el viernes, 5 de abril. Durante el encuentro, los progenitores insistieron en la situación de acoso que describía el niño y reclamaron medidas de protección. En cambio, critican, el director se centró más en el rendimiento académico de Álex, el cual había bajado notablemente, hasta el punto de advertir que posiblemente tendría que repetir curso. «Él siempre se ha situado en torno al 5 o el 6, y ahora había bajado su rendimiento, y nosotros también estábamos preocupados por sus estudios y queríamos que se centrara», admite Sandra, pero sus padres no entendieron cómo el director hablaba de estudios y no del caso de acoso, «que lo daba ya por solucionado, pero nosotros, no». De hecho, la medida que tomó el centro fue sentar al menor junto a los supuestos acosadores.

Según Sandra, la tutora habló al niño en voz alta delante de toda la clase. «Lo importante no era eso -en referencia al acoso- sino los estudios» y le reprochó que su madre «sí tenía tiempo para ir a hablar con el director y no con ella», cuenta la progenitora, que defiende que trabaja por las tardes y le resulta imposible, y con el director se reunió por la mañana.

Llegó el fin de semana y Álex no veía solución al problema tras varias reuniones y consideraba que la medida del centro agravaba su situación. «Me sentía abandonado», confiesa el menor a este diario. El domingo por la noche, madre e hijo estaban viendo una película en el sofá. Sandra se levantó a tender una lavadora. De repente, notó mayor corriente en la galería y un fuerte estruendo en la calle. Llamó a su hijo. No le contestó. «Pensaba que me estaba gastando una broma, pero vi la ventana abierta, me asomé y lo reconocí por el pantalón del pijama», recuerda con la voz entrecortada.

Álex se precipitó desde un cuarto piso. Cayó sobre un vehículo, que milagrosamente estaba aparcado bajo la ventana, ya que se trata de un vado permanente y el propietario decidió esa noche dejar allí su coche. Atravesó la luna trasera. Estuvo consciente en todo momento, pero las consecuencias han sido graves: fracturas en húmero derecho, muñeca izquierda, húmero proximal izquierdo, paleta humeral derecha, radio distal izquierdo y estallido codo derecho, además de neumotórax y más de medio centenar de puntos de sutura en espalda y cabeza.

Policía Nacional y Fiscalía

«Me llamó el director interesándose por el 'accidente'. No ha sido un accidente, mi hijo se ha querido suicidar porque no habéis hecho nada», le espetó Sandra. Los padres prestaron declaración días después ante la Policía Nacional. Ambos aseguraron que el incidente se debe al acoso que sufría el niño. Los agentes acudieron al centro, y tras hablar con los responsables, remitieron un informe a la Fiscalía de Menores, que debe decidir si abre diligencias o archiva el caso, información que por el momento no ha sido facilitada por el Ministerio Público.

Por su parte, la Conselleria de Educación ha confirmado que «desde principios de abril», la Unidad de Atención e Intervención de València del Previ (Pla de Prevenció de la Violència i Promoció de la Convivència) activó una actuación de acompañamiento por el caso de Álex, en el que ha intervenido el equipo directivo, la inspección educativa, la tutora, el orientador del centro y los expertos de la unidad. «Se establecieron unas pautas y protocolos de intervención por este caso. En todo momento se ha hecho seguimiento por parte de la unidad del Previ y de los responsables del centro para tratar este caso concreto», explican. Ante la pregunta de si la activación del Previ fue antes o después de la noche del 7 de abril, la conselleria afirma que con anterioridad a esa fecha «ya estaba activado el protocolo para actuar en su clase». Por ello, puntualizan que el incidente no ocurrió en el centro educativo, y que fue tras su conocimiento cuando se decidió activar la Unidad de Atención.