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Elecciones Comunitat Valenciana 2019

Autogobierno y feminismo contra España y la biblia

La décima legislatura comienza con todas las miradas puestas en Vox y con una sesión que vaticina un parlamento abocado a la trifulca política

El selfi del grupo socialista de las Corts y el presidente Ximo Puig. fernando bustamante

Juro, prometo, Dios, España, lucha feminista, Estatuto, igualdad, lengua, acuerdo, consenso, centralismo, autogobierno, clase trabajadora, transición, franquismo, libertad, justicia, Virgen, crucifijo, biblia... Mezcle todos estos ingredientes y como resultado tendrá la disparatada jornada de constitución de las nuevas Corts. Una sesión que sirvió para inaugurar la décima legislatura, pero también de preludio de lo que está por venir: un parlamento polarizado con seis grupos y en los que por primera vez en la historia se sienta la ultraderecha. Autogobierno e igualdad, dice la izquierda, Dios y España, responde la derecha más retrógrada.

La sesión, con ciertos toques de surrealismo, da pie para vaticinar que el parlamento será un cóctel molotov, donde cada grupo está pendiente de buscar su sitio: Podemos, Compromís y PSPV están condenados a entenderse como tripartito que son, mientras que las derechas pugnan por ser las estrellas rutilantes de la escena. Ayer se vio a un Ciudadanos (léase Toni Cantó) desenvuelto, un PP discreto y un Vox dispuesto a dar la nota.

La jornada arrancó con guiño feminista. Dos mujeres (funcionarias de las Corts) que por primera vez en la historia fueron maceras, una figura tradicional reservada a los hombres que encabezan comitivas luciendo un tabardo (uniforme antiguo) y una maza en la mano como símbolo de autoridad. El gesto (que no cambia que la primera autoridad de las Corts seguirá siendo un hombre y que los varones son mayoría en la Mesa) era algo así como una metáfora de una cámara que aspira, entre otras cosas, a la igualdad y la inclusión, y que al mismo tiempo tendrá que luchar contra el pasado.

En sus escaños, que se cambiarán en breve, se sientan activistas del Lgtbi y el feminismo, personas con diversidad funcional y por primera vez una diputada sorda, la podemita Pilar Lima, que siguió la sesión asistida por su intérprete.

Y es que ayer, la biblia y los crucifijos se mezclaron con camisetas con lemas feministas (de la morada Cristina Cabedo y la popular Elisa Díaz Alperi) y contra la homofobia. El síndic de Compromís, Fran Ferri, escogió una antiVox con el símbolo del gaysper. Y el discurso de la diversidad se entremezcló con la defensa del autogobierno.

La voz la alzó el conseller de Hacienda en funciones, Vicent Soler. Su discurso (más de 12 minutos) pronunciado en calidad de miembro de mayor edad de la Mesa tenía destinatario: una ultraderecha que reniega de las autonomías, el uso de las lenguas cooficiales y el avance en las políticas de igualdad de género. Las palabras de Soler, con zascas al franquismo y guiños al feminismo, incomodaron en realidad a toda la derecha. Ningún diputado de Cs, PP y Vox aplaudió. A Isabel Bonig, síndica del PP, se le veía desde su escaño mover la cabeza, mientras que Toni Cantó y su ejército permanecían impertérritos.

La ultraderecha promete dar la nota, pero ayer sólo hubo un pequeño aperitivo. Con aire marcial y desfilando uno detrás de otro los diez diputados de Vox hicieron (pin del partido en la solapa) su entrada al hemiciclo pasadas las 10 de la mañana y bajo la atenta mirada de los medios de comunicación. Ocuparon sus escaños y allí se parapetaron durante prácticamente toda la sesión sin apenas relacionarse con el resto de grupos.

Reliquias de mano en mano

Su actuación siguió el guion preestablecido. Todos juraron el acta por «Dios y España», y con la mano puesta en una pequeña biblia junto a un crucifijo y un monedero con la imagen de la Virgen de Medjugorje, reliquias que pasaban de unos a otros. En los pasillos, habló la síndica (ella dice que portavoz) Ana Vega para renegar del feminismo y las autonomías. Para unir y animar a una tropa falta de rodaje, hizo acto de presencia el secretario general de Vox, Ortega Smith, quien entró y salió rodeado de escoltas, tras arengar a sus huestes. El contraste de ideologías podría hacer pensar en un parlamento multicolor, pero el de ayer tuvo más de blanco y negro, de vuelta al pasado. Desde luego no acompañó el colorido de la vestimenta que lucían las señorías. Primó el traje de chaqueta, el azul marino y el gris. Poco color, si acaso por resaltar algo el rojo alcaldesa que lucía la diputada y candidata del PP a la alcaldía, María José Català.

Con todo, y pese a que las nuevas Corts parecen abocadas a la trifulca, ayer primó la contención. Cantó derrochó simpatía y charló con varios diputados de la izquierda. Saludó a la vicepresidenta, Mónica Oltra, quien desde el escaño cruzó complicidades con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Ellos, con todo, quedaron en segundo plano. En los recesos (la votación se eternizó) se dedicó a charlar con consellers. Algunas como Gabriela Bravo y Ana Barceló, con todas las papeletas para continuar, y otras con menos opciones como Elena Cebrián.

El buen rollo inicial alcanzó también a Jose María Llanos, que recibió el saludo afectuoso del presidente de las Corts, Enric Morera, y el líder de Podemos, Rubén Martínez Dalmau, compañeros de universidad. Ahora bien, que nadie se engañe: el grupo de Vox no aplaudió a Morera en su reelección.El primer acto de estas nuevas Corts tuvo, además, público variado. En el palco pudo verse a altos cargos así como a diputados y senadores como Alberto Fabra, César Sánchez, Carles Mulet, Joan Lerma; a la presidenta del TSJ, Pilar de la Oliva, o la presidenta del Consell Jurídic Consultiu, Margarita Soler.

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