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Análisis

El momento más crítico de À Punt

La evaluación del cumplimiento del contrato programa determinará si Marco continúa al frente o si la cadena debe reinventarse

El momento más crítico de À Punt

La comisión de seguimiento del contrato programa entre miembros de la Generalitat y de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació en abril evidenció lo que se comentaba en los corrillos desde hacía meses. À Punt no atraviesa su mejor momento. La reunión fue tensa y no se aportaron resultados optimistas y sí carencias fundamentales: audiencias mínimas, ingresos publicitarios insuficientes y un modelo que no ha calado. Empar Marco no asistió al encuentro, que acordó una evaluación a su gestión, que verá sus resultados a final de junio.

El examen comprobará si se ha seguido el contrato programa y determinará el futuro de la radiotelevisión: si continúa con el modelo actual, el que dirige Marco con una escasa aportación significativa del consejo rector, o si se le cesa como directora general y se opta por un cambio radical. Las críticas, evidentes y plausibles dentro de la propia cadena, se sustentan en una audiencia que no ha crecido. No supera los 1,9 puntos. Desde que en octubre comenzaran a medirse los datos con Kantar Media, À Punt no llegó al 1,4 de share. En enero la dirección sorprendió rescatando la serie L'Alqueria Blanca y desde entonces la audiencia ha remontado un 0,4 con la ficción que produjo Canal 9 y que tantas críticas cosechó en la izquierda.

Tras el repunte de marzo con las Fallas y la Magdalena, con un 2,5, en abril volvió a descender al 1,9, del que no mejora sin eventos o sucesos de carácter valenciano. Es uno de los principales problemas: pese a tener un público cautivo, que necesita de À Punt para informarse de según qué acontecimientos de proximidad y que le ha granjeado picos de audiencia de 8 y 9 puntos, no consigue mantener su atención. Las audiencias fueron, a priori, algo de relativa importancia para la dirección, en favor de la plataforma digital y el consumo online. Aún hoy se cuestiona que las malas audiencias de À Punt estén justificadas por su juventud, si se compara con La Sexta, nacida en 2006. En ese caso, la cadena estatal comenzó en enero con cero puntos de share y terminó el año en un 3,2.

Era la cifra en la que se esperaba que À Punt se estabilizara al completar el año. No ha sido así, como tampoco se han cumplido las expectativas en ingresos publicitarios. El contrato programa contemplaba ingresar 4 millones en 2018 y 6 millones en 2019 y 2020. De los 4 millones esperados, solo se logró 812.000 euros.

Al presupuesto de la Generalitat y los ingresos por publicidad, la tercera pata de la que se puede obtener rentabilidad es la de los ingresos derivados de la venta de sus contenidos audiovisuales. En ese caso, en 2018 se declararon 3.600 euros.

La programación no ha enganchado y no han sido pocas las críticas de las productoras del «maltrato» a la hora de confeccionar las parrillas televisivas, sin oportunidad de fidelizar a las audiencias. A esto hay que sumar las exigencias en la producción de los formatos, desde el ámbito visual hasta los contenidos, forzando la contratación de lingüistas para ayudar en la dicción del valenciano de los redactores.

La producción externa ha sido el grueso de la programación durante el primer año. Parte de las ficciones fueron contratadas por el incipiente consejo rector en 2017, aún sin un plan estratégico que seguir. Excepto los informativos y la programación política y electoral, el resto se ha encargado a empresas externas. Con las elecciones del 28 de abril, algunos programas no renovaron su contrato y los que lo hicieron, no se prolongaron más que a junio, cuando la cadena contabilice el gasto del despliegue electoral

23 millones en personal

La plantilla sigue siendo el desembolso más grande. De los 55 millones que el Consell aporta, la ley no permite gastar más de un tercio en personal. En septiembre, la cadena destinaba cerca de 23 millones, tres millones más de lo establecido para las 489 plazas que contempla la relación de puestos de trabajo. Una cifra que para los sindicatos es insuficiente y que lleva a tener que contratar personal externo para según que tareas.

Con estos mimbres, la figura de Marco está en entredicho. Como aseguraron fuentes de la radiotelevisión, la paciencia se ha terminado y tras las elecciones autonómicas y municipales, toca mover ficha y tomar decisiones.

La mala relación de Marco con el consejo rector es otra de las cuestiones que complica la situación: a la ausencia en la comisión con la Generalitat, se unen otros desaires con el consejo y la falta de voluntad para justificar su gestión. La influencia de los extrabajadores de Canal 9 en À Punt es otro de los frentes con los que tiene que lidiar, y no cuenta con el beneplácito del Consell para elevar el presupuesto del que dispone a 69 millones, como solicitó en septiembre, lo que tensó su relación con Presidencia y, a su vez, de los socios del Botànic, con diferencia de criterios sobre cómo mantener el ente.

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