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Brújula para dejar de ser machista

Octavio Salazar, experto en género, presenta en València su libro para despertar en los adolescentes la conciencia feminista

Brújula para dejar de ser machista

La juventud anda desorientada, sobre todo, los chicos, reflexiona Octavio Salazar, experto en género y unas de las voces masculinas referentes dentro del feminismo español. Ellos, explica, se sienten interpelados por el movimiento de mujeres, por ese reto para lograr una sociedad de mujeres y hombres iguales, pero al mismo tiempo viven inmersos en una cultura que les envía constatamente mensajes en un sentido contrario: 'sé un machote, no una nenaza'. Con el objetivo de ayudar a la juventud (sobre todo a ellos) a no caer en el machismo y vivir una masculinidad sana y compatible con el respeto a las mujeres, Salazar acaba de presentar su último libro #Wetoo. Tu lucha. Mi lucha. Brújula para jóvenes feministas.

La obra, presentada hace unos días en València en un acto organizado por la Escuela de Feminismo Amelia Valcárcel, toma como punto de inspiración el movimiento #metoo (mujeres de todo el mundo que denunciaron agresiones sexuales) para atraer a la causa a los jóvenes a quienes Salazar pide dejar de lado la comodidad «de una sociedad que nos otorga privilegios».

El escritor, con amplia experiencia como profesor, parte de la idea de que las adolescentes «empiezan a tener mucho más claro cuál es el camino a seguir», si bien advierte de que sus esfuerzos serán en vano si los hombres «no movemos ficha, si seguimos pensando que el feminismo no es cosa nuestra». «Es urgente que los chicos empiecen a darse cuenta del machista que llevan dentro». En este contexto, Salazar ofrece una serie de «claves» para «liberarse de esa carga» y en un lenguaje directo toca aquellas cuestiones que afectan al día a día de la adolescencia, donde el machismo campa a sus anchas.

Salazar parte de la base de que uno no se hace feminista de la noche a la mañana. «Para los hombres es un proceso complejo porque de alguna forma tenemos que desaprender todo lo que nos han inculcado desde pequeños sobre lo que significa ser un hombre de verdad». Ese camino empieza por desenmascar la masculinidad hegemónica, «tóxica», aquella que 'obliga' a los niños a ser fuertes, competitivos, viriles y que, al mismo tiempo, los hace incapaces porque dependen de otras mujeres para lo más básico. «Es importante», dice Salazar, que «te conviertas en una persona autónoma en la vida privada, y ello implica no tener la necesidad de contar con una mujer que te planche las camisas o te prepare la cena».

El libro reivindica que los chicos lloren y compartan sus emociones, que se reconozcan como frágiles y dejen de concebir su propio cuerpo como una máquina «para trabajar, competir y follar». Que dejen de ser «extreñidos emocionales», apunta. «La lección que aprendemos desde pequeños es que para ser hombres de verdad tenemos que aprender a comportarnos como se supone que no hacen las niñas», señala. La palabra no es decisiva: los niños no lloran, no se visten de rosa, no juegan con muñecas, no son románticos...

Salazar considera urgente un cambio en los hombres, una educación que les aleje de la agresividad y la ira, porque esa socialización es el caldo de cultivo de la violencia de género. El libro toca también el problema del consumo de pornografía entre niños y llama a incorporar la educación afectiva sexual en las estapas más tempranas.

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