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Debate en Levante TV

Ante el momento más crítico de la UE

Los candidatos valencianos al Parlamento Europeo coinciden en el momento crucial del proyecto comunitario que se dirime en las urnas - La crisis citrícola, el corredor mediterráneo y la amenaza de la extrema derecha marcan el debate de Levante TV

Ante el momento más crítico de la UE

«La Unión Europea está en crisis». Es la cuestión en la que todos los partidos coinciden, no importa el color de sus siglas. Así quedó patente ayer en el debate que emitió Levante TV donde participaron los candidatos valencianos al Parlamento Europeo José Manuel García Margallo (PP), Inmaculada Rodríguez-Piñero (PSOE), Esther Sanz (Unidas Podemos) Jordi Sebastià (Compromís) y Susana Beltrán (PPPSOE)Unidas PodemosCompromís(Ciudadanos

Los aspirantes estuvieron de acuerdo en la remodelación del proyecto comunitario, pero mostraron diferentes visiones sobre todo lo demás. Por bloques, se habló de economía y agricultura, infraestructuras, inmigración y políticas sociales y los futuros pactos en la Eurocámara. El debate estuvo moderado por la periodista de Levante TV Silvia Tomás y el redactor jefe de política de Levante-EMV, Alfons García.

El futuro del modelo europeo abrió el turno de las intervenciones. PSOE, Podemos y Compromís coincidieron en que se necesita un cambio de mirada que deje a un lado lo económico y recupere los derechos sociales.

Así lo defendió Rodríguez Piñero mientras que Sanz incidió en que la desafección hacia las instituciones europeas deriva precisamente del modelo actual, donde reina la austeridad y deja a un lado a las personas, como también sostuvo Jordi Sebastià. Margallo, por su parte, alertó de cómo la irrupción de la extrema derecha supone un riesgo porque son «claramente euroescépticos» ante lo que propusó la creación de «los Estados Unidos de Europa».

La crisis del sector citrícola evidenció las principales diferencias entre los dos bloques políticos: mientras la izquierda de Podemos y Compromís culpaba al sistema liberal de los males del campo valenciano, el PP abogó por implantar políticas «justas» de libre comercio.

Rodríguez Piñero, como Margallo, apostó por ir más allá de la unión económica y hacer una unión aduanera para que los controles fitosanitarios sean homogéneos sin importar la procedencia de cualquier producto y evitar así la ventaja de las naranjas sudafricanas respecto de las valencianas.

Mientras, en Unidas Podemos responsabilizaron a los tratados de libre comercio europeos de corte «liberal», que exigen unas condiciones a los países extranjeros menos estrictas que a los productos autóctonos de los Estados miembros.

Además, criticó que las ayudas de la PAC para los agricultores solo benefician «a los grandes terratenientes como el exministro Arias Cañete», un ataque directo que también mantuvo Sebastià. El eurodiputado de Compromís afeó a PP y PSOE que no lograran convencer al resto de sus grupos para votar contra el tratado de Sudáfrica, a lo que Margallo le espetó que «es lo que tiene estar en un grupo grande».

El exministro no tardó en reaccionar ante las acusaciones de la izquierda: «La austeridad la firmó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero», sentenció. Con el bagaje de haber sido eurodiputados en la última legislatura, tanto Margallo como Piñero profundizaron en el problema, pero Sebastià, echando mano de datos, señaló que el acuerdo de Sudáfrica solo beneficia «a unos cuantos» con un modelo de agricultura «que nunca dejará hueco a la sostenibilidad».

«Que el libre comercio genera desarrollo y que el desarrollo genera empleo, no lo discute nadie; otra cosa son las ideologías que hay detrás», concluyó Margallo.

La otra gran cuestión fundamental en juego para los candidatos valencianos es el corredor mediterráneo. Para Podemos, depende de la UE pero también de España, y en los últimos presupuestos se quedó en el tintero.

En Compromís, reprocharon que los fondos se centren en Madrid, y recordó que la conexión cantábrico-mediterráneo ha sido finlemente incluida. Un mérito que reivindicó la socialista Piñero, impulsora de la enmienda que incluyó la conexión en los presupuestos europeos.

Además, abogó por crear «infraestructuras inteligentes» para luchar contra gigantes como China. Para ello, «Europa tiene que recuperar peso económico y político», dijo, «porque unas infraestructuras estratégicas mejorarán la producción europea».

La ultraderecha, una realidad

Aunque durante todo el debate hubo alusiones a la extrema derecha, el bloque sobre pactos de gobierno protagonizó un cruce de acusaciones: en Cs abogaron por la moderación como única forma de avanzar y huir de «extremos, nacionalismos y populismos» que buscan derrocar la UE. «Cuando la familia liberal ocupa responsabilidad, se hacen cosas por toda la ciudadanía europea», dijo.

Sin embargo, Beltrán no aclaró si Cs pactaría con los partidos de extrema derecha como sí hizo Margallo. «Con la extrema derecha no quiero ningún pacto: tenemos filosofías distintas, quiero más Europa y ellos más tribu», sentenció. Lo mismo confirmó Piñero, cuyo partido «jamás pactará con la ultraderecha», algo que el PP «debería aplicar también en Andalucía».

También Sanz, por Podemos, descartó hablar con los partidos de la derecha radical y volvió a insistir en que se trata de un movimiento que reaparece por el «austericidio» del PP. Le recordó a Margallo sus propias palabras como ministro cuando dijo que se habían pasado «cuatro pueblos con la austeridad» y esa ausencia de servicios sociales y Estado del Bienestar ha traído de vuelta a este movimiento.

«No hay ningun sitio en el mundo que tenga mejores servicios sociales que Europa», dijo Margallo. Ante los ataques de Sanz, Piñero le avisó: «Cuando estés en el Parlamento verás que todo funciona con pactos», y aludió a Sebastià y los consensos a los que ha llegado con la derecha.

Pero fue más allá: «Habéis votado en más de un 70 % de iniciativas con la extrema derecha», dijo con el asentimiento de Margallo. Sebastià asumió sus pactos pero hizo autocrítica: cada vez hay más gente descontenta con la UE y Compromís es una idea política «alternativa» que se comprometa con valores que la UE ha olvidado.

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