Ocurrió por primera vez el 29 de abril tras la celebración del comité ejecutivo nacional convocado por Pablo Casado para analizar con los dirigentes de su partido el batacazo electoral de las generales. Ese día, la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, viajó a Madrid para acudir a la reunión y lo hizo con la moral muy tocada tras fracasar en su intento de recuperar la Generalitat. Las autonómicas fueron un pudo ser que no fue, que la condenaba a cuatro años más en la oposición en el caso de tener ganas y apoyos internos suficientes para un segundo asalto.

Bonig acudió al encuentro del partido, pero no habló. Fue de las pocas dirigentes autonómicas que guardó silencio en un comité en el que ya algunas voces críticas hicieron ver a Pablo Casado el grave error de abandonar el centro político. La dirigente valenciana, consciente de que estaba tan señalada como Casado por sus propios resultados, se guardó su opinión para la comida privada que posteriormente celebró el presidente nacional con los barones. Allí sí se unió a las voces críticas, algunas muy claras y contundentes, como las de Juanma Moreno o Alberto Núñez Feijóo.

Esta reunión fue, apuntan algunas fuentes, de alto voltaje, aunque su contenido no trascendió. Bonig en tono sosegado rompió su silencio e hizo ver a Casado los errores estratégicos cometidos.

Carga de profundidad

Ayer, la escena se repitió en términos similares. Un comité ejecutivo nacional, esta vez para analizar los resultados de las municipales, y una Bonig que calló en la reunión, pero habló en la comida. Con buen tono, precisan las fuentes consultadas, pero con carga de profundidad. Fuentes de su entorno confirman que Bonig tomó la palabra, pero indican que fue una conversación privada que la dirigente popular no desea que trascienda.

Otras fuentes añaden que Bonig, como ya hizo hace un mes, compartió con Casado su preocupación por que el partido se aleje del centro ideológico, el lugar que permitió al PPCV encadenar mayorías absolutas. De hecho, la cúpula regional está convencida de que le perjudicó la coincidencia de las autonómicas y las generales, entre otras cosas, por la campaña escorada a la derecha de Génova y los guiños a Vox. No fue la campaña por la que apostó el PP en la Comunitat Valenciana, que se esforzó por presentar una imagen cercana de Bonig y un discurso más centrado ideológicamente. En el PP regional siempre se tuvo claro que el voto huido a Vox era irrecuperable y que era Ciudadanos a quien había que disputarle los votos en el centro político.

Con todo, la reflexión sobre la necesidad de ocupar el espacio de centro no fue la única que, según las fuentes consultadas, hizo Bonig en voz alta. La elecciones se ganan en el centro, pero también teniendo en cuenta la idiosincrasia de los territorios y oyendo la voz de las organizaciones territoriales y e sus dirigentes.

Con el PPCV en horas bajas tras el golpe del 28A, los dirigentes de mayor peso acusan cierto cansancio si bien tienen claro que la autocrítica tiene que estar en Génova. La organización regional no apoyó a Casado en las primarias y esta desconfianza ha pesado en las relaciones entre ambos. Ha ocurrido también en otros territorios donde los «sorayistas» han sido borrados. Sin embargo, al margen de la sensación de que algunos «casadistas» han tratado de cobrarse deudas del pasado, el PPCV cree que no se ha escuchado suficientemente la opinión de las organizaciones tanto en la elección de determinados candidatos como a la hora de plantear asuntos.

En su día, el PPCV tuvo que hacer ver a Génova que su discurso respecto a las lenguas cooficiales no encajaba en comunidades como la valenciana. El PPCV ha cargado contra la política lingüística del Botànic, pero existe en sus votantes un alma valencianista que no pueden abandonar. El discurso centralista de Casado casa mal con el de las señas de identidad.

Ante un panorama de incertidumbre en el PP (recuperar Madrid ha insuflado ánimos en Génova, pero no oculta el batacazo), el PPCV quiere algo de autonomía y Bonig está dispuesta a diferenciar su voz. La debilidad de Casado y la leve recuperación del voto en las municipales, aleja las nubes de tormenta sobre su liderazgo. Deberá, eso sí, revalidarlo en un congreso regional, pero antes de este, es el propio Casado quien tendrá que volver a conseguir el favor de la militancia.