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La compleja nueva travesía en el desierto de Bonig

La presidenta del PPCV afronta su segunda legislatura en la oposición con más riesgos de fractura interna que hace cuatro años

La compleja nueva travesía en el desierto de Bonig

Los populares de Isabel Bonig encaran una nueva travesía en el desierto desde la oposición que podría ser incluso más fatigosa que la de la pasada legislatura. Las turbulencias internas dentro del partido se sienten ya con una intensidad elevada. Varios son los frentes con los que se enfrenta la presidenta del PPCV, una dirigente que se ha quedado cerca de recuperar la Generalitat, pero que tendrá que seguir pensando por una organización que está lejos de ser lo que fue: todo.

Hace cuatro años la debacle electoral, con pérdida del poder institucional, supuso un varapalo descomunal. El PP quedó noqueado, pero no se abrió en canal como era de esperar. Génova, entonces con llave en Moncloa, empujó a Bonig a la presidencia. Entonces quienes mandaban en el partido concluyeron que la exconsellera de Infraestructuras era el relevo perfecto. Fue una designación de las de toda la vida, «a dedo» y, por su puesto, generó voces críticas que no veían en Bonig el perfil adecuado para levantar al PP. Sin embargo, estas voces quedaron soterradas. La cita clave, el congreso regional, fue un paseso para Bonig, ya que ninguno de los opositores internos dio un paso adelante.

La presidenta del PP trabajó para mantener la cohesión interna, pero sus energías se volcaron encontrar un proyecto atractivo para los valencianos y en levantar la moral de la tropa. Aunque su relación con Mariano Rajoy sufrió altibajos y vivió horas bajas en Génova, nunca hubo una operación consistente para desbancarla del liderazgo popular.

Las primarias de Pablo Casado y la elección 'equivocada' del PPCV por Soraya Sáenz de Santamaría enturbiaron la relación de la cúpula regional con la dirección nacional, si bien no hubo ruptura, incluso de cara a la campaña electoral, hubo foto de unidad.

El fracaso electoral del PP en las elecciones (generales, autonómicas y municipales) ha hecho que la situación para Bonig se complique. En principio, la lideresa, que ha tomado la decisión de resistir, no debería tener problemas para seguir siendo el referente. Sus resultados son menos malos que los obtenidos por Casado en España. Además, el líder nacional no tiene intención de tirar la toalla y las críticas internas comienzan a aflorar. Bonig ha decidido alinearse con los críticos, una posición que tiene su riesgo, aunque tal como está el tablero popular podría reforzarla en un futuro. Todo depende de la capacidad de aguante de Casado y su actual dirección.

Congreso extraordinario

En este contexto de lamento electoral, aparecen ya las primeras voces reclamando un congreso extraordinario. De momento, son puntuales, pero simbólicas ya que proceden de históricos del partido. Pedro Agramunt, expresidente del PP, ha pedido públicamente cambios. El movimiento, que apoyan algunos ex dirigentes del PP, podría tener escaso recorrido ya que sus integrantes no están en los espacios donde se puede influir o se toman las decisiones. Sin embargo, son veteranos y saben moverse en el partido.

Un congreso extraordinario tiene pocas opciones de ser realidad. Génova no está fuerte para un golpe de timón de esas características. Además, por estatutos, Casado es el primero a quien le toca celebrar primarias. Si quiere consolidarse debe moverse y contar con el favor de las organizaciones territoriales. Un choque con una de las más importantes no le conviene. Con todo, el intento de situar a uno de sus fieles en la plaza valenciana de senador territorial evidencia, sin embargo, que la dirección nacional va por libre. La regional se enteró la prensa y se plantó. Sea como fuere, esta vez, no está claro que Bonig pueda optar sin rival a un segundo mandato.

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