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Urnas cerradas hasta 2023

Los expertos atisban una legislatura más convulsa con elementos nuevos como la configuración más compleja del Consell o la pugna por la supremacía de la derecha - El tablero político valenciano ha quedado redefinido tras un intenso ciclo electoral

Urnas cerradas hasta 2023

Concluido el intenso ciclo de cuatro elecciones en un mes (autonómicas, generales, municipales y europeas) las urnas ya no volverán a abrirse, salvo sorpresa, hasta 2023. El tablero político valenciano ha quedado redefinido. Un bloque de izquierda dominante, con equilibrios internos aún por resolver y numerosos partidos (seis) en la alianza gobernante del Botànic y una derecha donde numéricamente el PP tiene la supremacía pero la pugna por el liderazgo de este espacio va a ser un elemento añadido de tensión. Comienza una legislatura previsiblemente más convulsa.

Levante-EMV ha pulsado la opinión de politólogos, sociólogos e historiadores para señalar las claves de la legislatura más intensa y con más partidos en las Corts.

La vicepresidenta de la Asociación Valenciana de Politología, Fernanda Escribano, cree que la actual legislatura será más convulsa, no tanto por el ajustado triunfo de la izquierda como por las características de la oposición. «Ciudadanos se presume más combativo, tiene un líder mucho más carismático (Toni Cantó) y busca el liderazgo del centro derecha. Vox intentará no pasar desapercibido y tratará de condicionar la agenda con propuestas de corte populista. Escribano cree además que el PP tardará en recomponerse de los malos resultados obtenidos y todo apunta a que deberá redefinirse en una época de fragmentación de la derecha que le ha hecho desangrarse por dos vías: por su derecha (Vox) y por su centro (Cs). «Es posible que dentro de un tiempo estemos ante un nuevo liderazgo en el PPCV, lo cual introduciría un nuevo elemento en la oposición al Botànic», añade la politóloga.

La profesora de la Universidad Cardenal Herrera-CEU Blanca Nicasio también opina que será una legislatura convulsa e introduce otro elemento: la configuración del Consell será mucho más compleja al tener que encajar a todos los partidos que componen las coaliciones del Botànic. Nicasio cree que tras el 26M, Unidas Podemos-EU ha perdido fuerza en la negociación debido a sus malos resultados por lo que tendrá que reducir su presión. Añade que el ajustado triunfo de la izquierda (52 diputados a 49) obligará a que los diputados no puedan saltarse ninguna votación y además el Botànic se enfrentará a una oposición dividida en tres partidos que pugnan por situarse como partido hegemónico en la derecha. «Cada uno de los portavoces de los tres partidos -explica- tratará de ser el que más pone contra las cuerdas al segundo Botànic y veremos debates en los plenos de las Corts mucho más intensos y sesiones de control mucho más duras, más largas y con más temas sobre la mesa a los que tendrá que enfrentarse el presidente y sus consellers», analiza.

La doctora en Ciencias Políticas Anna López cree que es una ventaja la experiencia de pactos y método de negociación ya adquirida por el Botànic y que le permite identificar debilidades, como los problemas surgidos estos cuatro años «que han hecho replantearse a los actuales negociadores si este modelo ha sido el más adecuado».

«Al ser una formación más -señala López-, los esfuerzos (especialmente las cesiones) deberán ser mayores porque hay que repartir el mismo poder con más actores y el PSPV, que está en una posición más privilegiada porque ha sido el más votado no va a renunciar a consellerias que son clave como Hacienda, Sanidad o Función Pública ni a compartirlas entre tres, ya que la bicefalia actual no ha funcionado tan bien como se esperaba», añade la experta.

En su opinión tampoco hay que olvidar la oferta política «excepcional» que se ha producido en el espacio de la derecha, fragmentada en tres y una de ellas extrema por su discurso ultranacionalista.

Asumir la nueva correlación

En cambio, el catedrático del departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política, Carlos Flores, augura una legislatura sin mayores sobresaltos, aunque la ventaja botánica es inferior a 2015, «pero suficiente», reflexiona.

Flores opina que el problema llegará porque Compromís o Unidas Podemos no han asumido la nueva correlación de fuerzas existente: «Que Compromís dé por sentado que el nuevo Consell deberá seguir siendo de coalición entre dos fuerzas iguales -usar aquí el término mestizaje le parece de mal gusto- no se compadece con su descenso electoral. Y qué decir de la pretensión de Podemos de sentarse en el Consell después de haber cosechado dos derrotas, la segunda, sin paliativos, en menos de un mes», remarca. «Veo -añade Flores- un reforzamiento del bipartidismo, que aún no está de vuelta como antaño, pero que definitivamente se resiste a desaparecer del todo con un PP y un PSPV muy sólidos en su organización territorial, después de que los socialistas hayan resistido a años de oposición, pero que en cambio es escasa en Compromís y casi inexistente en el caso de Podemos», añade.

También vislumbra una legislatura más convulsa el historiador Vicent Baydal. «Las relaciones entre Compromís y EUPV -que con Podemos estará en el Consell- nunca han sido buenas y ahí está la historia reciente y no será extraño que haya conflictos que pueden ofrecer una imagen de desgobierno», vaticina.

El sociólogo, Vicent Flor, apunta que objetivamente el Botànic ha bajado, de 55 a 52 diputados, pero que el resultado en sí no es lo más importante». Recuerda que en 2015 el PSOE obtuvo el peor resultado de su historia y gobierna. «Lo que queda es que el Consell se revalida y aunque tres partidos siempre complica más la situación en la diputación han sido cuatro y ha funcionado bien», sugiere. Para Flor, la clave del Botànic es el clima de respeto entre el presidente, Ximo Puig, y la vicepresidenta, Mónica Oltra, pero el adelanto electoral fue visto como una deslealtad desde Compromís, lo que puede generar riesgo, igual que si el PSPV actúa con soberbia. «Pero los dos perderían si se tiran los tratos, ese es el riesgo», dice Flor.

La profesora de la Universitat de València Clara Portela analiza el ciclo electoral de cuatro comicios en un mes y no cree que entre la cita del 28 de abril y la del 26 de mayo se haya producido un efecto arrastre porque, en su opinión, no ha habido suficiente tiempo entre ambos para que una porción significativa del electorado cambie de opinión. La experta cree que el elector sabe diferenciar perfectamente cada proceso: «El votante actúa de forma estratégica y vota a partidos diferentes según el de gobierno que se dispute: europeo, nacional, autonómico o local».

En cambio, la politóloga Escribano sí ve un efecto arrastre entre una elección y otra, aunque también detecta un componente local de refuerzo por parte de la ciudadanía a la gestión de muchos alcaldes y alcaldesas que han liderado gobiernos de coalición y que en las elecciones del 26 de mayo se han visto favorecidos en las urnas.

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