Un diagnóstico de cáncer pone a prueba la estabilidad de cualquier familia. Cuando llega además en un momento delicado en lo económico,supone una doble carga que pinta un poco más negro el horizonte, si cabe. Se estima que en la Comunitat Valenciana, esta reflexión de «a perro flaco todo son pulgas» alcanza al año a 1.600 familias de las 28.626 que reciben la noticia: lo suyo es cáncer.

A María Jesús, una vecina de Vaència de 52 años, la noticia de que el bulto que tenía en su mama izquierda era maligno le llegó «en un momento muy malo», con más de doce meses en el paro y con la necesidad acuciante de encontrar un trabajo porque las ayudas se acababan. Le confirmaron el diagnóstico en febrero y en mayo ya estaba operada y había comenzado el tratamiento con radioterapia. Desde que empezó el rosario de visitas médicas lo tuvo claro, se tenía que centrar en curarse pero ese mismo tiempo que invertía en su salud, agotaba los pocos recursos económicos que le quedaban. «A partir de los 45 años ya me estaba costando encontrar un trabajo y además eran todos precarios... ahora con más de 50 y en tratamiento de cáncer no sé qué voy a hacer», reconoce.

Por ahora, y hasta que pase el bache -«porque voy a salir adelante, no hay más remedio», asegura animosa- le acaban de aprobar una ayuda económica mensual directa de la junta provincial de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), 150 euros que le tienen que llegar «para pagar las facturas y la comida». Gracias al área de apoyo social de la AECC, una trabajadora está ayudando a M.ª Jesús a solicitar más ayudas aunque ella tiene claro que no quiere vivir así: «me da vergüenza. Si no tengo más remedio lo hará pero yo quiero trabajar en cuanto los médicos me dejen», asegura.

Se dobla la demanda

Historias como la de Mª Jesús llegan todos los días a AECC Valencia y cada día más. Según el balance de 2018 que ayer presentaron su presidente y su vicepresidente, Tomás Trénor y el catedrático Antonio Llombart, respectivamente, el año pasado la asociación ofreció 996 atenciones, la gran mayoría, un 60 %, ayudas económicas directas como la recibida por Mª Jesús, junto a otras como talleres de recursos sociales para cuidadores, prótesis mamarias o talleres abiertos.

El cómo la crisis ha dejado tocadas a las familias se ve en que de un año a otro, estas atenciones sociales se han doblado aumentando un 120 % y los responsables de la AECC tienen claro que la tendencia no parece que vaya a cambiar. «Estamos ahora en discusión (de cómo afrontar estas nuevas necesidades) porque la demanda de apoyo psicosocial está aumentando», reconoció Trénor que apuntó tanto a la mayor incidencia del cáncer y a la mayor supervivencia de los pacientes como al mayor conocimiento que se tenía de los recursos que ofrece la asociación como explicaciones a este aumento.

La ayuda social (con dos trabajadores sociales en activo) ha sido la última en implementarse en la asociación valenciana que ya lleva 20 años ofreciendo otro tipo de apoyo necesario para los enfermos de cáncer y sus familias: el apoyo psicológico. En 2018 la suma de las dos áreas aumentó un 26,5% con 10.401 sesiones realizadas y 2.584 personas atendidas por el grupo de 8 psicólogos que la AECC tiene en plantilla.

El perfil de las personas que lo reciben es, precisamente, el que ofrece M.ª Jesús: mujer, de entre 50 y 70 años y tratamiento contra el cáncer en activo. Ellas, lo demandan el doble que ellos aunque la incidencia del cáncer es, sin embargo, mayor entre los varones.

Además de cómo encajar el aumento de demanda en estas áreas, la AECC se ha propuesto descentralizar los servicios y poder ofrecerlos desde puntos como Gandía, Almussafes, Sagunto, Xàtiva y más adelante en la comarca de Requena- Utiel. En total, la asociación destinó en 2018, 621.385 euros para estos servicios que no paran de crecer, un 12,5 % de sus ingresos totales.