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"La descarga de la carabela portuguesa fue tan fuerte que me dejó paralizada"

La experta nadadora que fue hospitalizada tras sufrir una picadura en Alicante asegura que se le introdujo el tentáculo por la boca

Marcas que dejó una carabela a un niño en la Marina en 2018.

Si el hecho de ser una experta nadadora desde hace más de 15 años le libró del ataque de una carabela portuguesa. La mujer que el pasado lunes ingresó en el hospital de Sant Joan tras sufrir una picadura en aguas de la Cala Cantalar, cerca del Cabo de las Huertas, explica que fue un episodio muy traumático, porque recibió una descarga tan fuerte que la dejó paralizada. No se podía mover y tuvieron que sacarla del mar un hombre joven que se lanzó al agua desde la costa y el nadador que inicialmente la acompañaba. Ayer recibió el alta.

«Fue una descarga muy fuerte, un dolor indescriptible, de los mayores que he sufrido en mi vida, una descarga que me dejó seca. Intentaba moverme pero no podía reaccionar. Sabía que no la tenía que tocar pero se me acercaba», explica la mujer, que, pese a reservarse su identidad, quiso contar los detalles de lo ocurrido para alertar a los nadadores del riesgo que entraña adentrarse en el mar en soledad. «El desenlace puede ser fatal. Los nadadores nos enfrentamos a un bicho tremendo. Mi consejo es ir siempre con boya y no distanciarse del grupo».

«Íbamos nadando, sobre las 15.30 horas por la zona de Cala Cantalar, a unos 150 metros de la costa, y había algas flotando. Por eso creo que no vi el filamento. Se me metió en la boca. Tengo el labio, la barbilla, el cuello, el tórax, la mano y la parte de atrás de un brazo con llagas», explicó ayer la deportista sobre las heridas que le provocó el ataque de la temida especie, cuyo avance sorprendió el verano pasado a numerosos bañistas en la provincia, desde San Juan a Arenales, La Marina, Urbanova a Calp y Benidorm.

La mujer está completamente segura de que fue atacada por esta falsa medusa, porque en realidad es un tipo de hidrozoo de plancton gelatinoso que tiene su hábitat en las aguas cálidas de los océanos de todo el mundo, aunque es más habitual del Atlántico. «Era una carabela, estoy segura al 100%. Tengo restos en el gorro y además las conozco porque he visto muchas». Sufrió tantas lesiones por el latigazo porque esta vez no llevaba el neopreno que suele ponerse.

Según recordó, nadaban costeando cuando se dio la vuelta «y la tenía encima. Intentaba irme para atrás. Soy nadadora y conozco los filamentos, pero esta vez no los vi. Cuando me di cuenta, la tenía a 20 centímetros. Es muy traumático cuando te ocurre. Me tuvieron que sacar. Se tiró un chico desde la costa al que me gustaría conocer para darle las gracias porque fue muy valiente. Me agarró del brazo, tiró de mí y me pude sostener a la boya. El que vino conmigo a nadar se apercibió y me ayudó también. Empecé a temblar del dolor indescriptible. Me han picado muchas medusas en mi vida pero esto es otra cosa».

Cuando ya estaba fuera del agua, sufrió una taquicardia y se encontraba tan mal -«moría de dolor», dice-, que no esperaron al Samu ya que la unidad tardaba y fue trasladada en un coche particular hasta el hospital de Sant Joan. Entró en Urgencias y estuvo ingresada casi 24 horas recibiendo numerosa medicación. Le quedan fuertes erosiones, granos y otras señales por las zonas que rozó el tentáculo. También avisaron a la Policía para dar cuenta del ataque marino.

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