A Xavier Tolsa Domènech, (Barcelona, 1966) la noticia de que el jurado de los Premios Jaume I había reconocido su trabajo con el galardón en Investigación Básica le pilla en Helsinki, en un congreso. «Agradecido y contento», son las primeras palabras que articula a modo de reflexión a las que añade, sin embargo, otras: «responsabilidad y presión». «Cuando te dan un premio es que la gente cree en ti y hay que estar a la altura y responder adecuadamente», razona desde Finlandia este barcelonés, doctorado en Matemáticas y profesor de Investigación en la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (Icrea) y en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
Su ámbito de investigación, no es, precisamente, de los más permeables entre el gran público ya que se centra en la matemática pura, en un ámbito en el que la motivación para investigar es «demostrar los teoremas por la belleza de la matemática en sí misma» y no tanto por las posibles aplicaciones prácticas que pudiera tener. De sus investigaciones, el jurado del premio ha tenido en cuenta su «excepcionalidad» y que gracias a su trabajo las áreas de análisis armónico y teoría de la medida geométrica «se han elevado a los más altos niveles» gracias a un trabajo «profundo e inventivo» con resultados «fundamentales para las matemáticas puras, pero que tendrán consecuencias para aplicaciones como la teoría de la señal y en neurociencia».
En este último punto, el profesor e investigador no lo tiene tan claro. «En esto uno nunca sabe cuáles van a ser las aplicaciones futuras» y, de hecho, ni él mismo aventura en qué serán de aplicación. «Quizá en la comprensión de la imagen y la transmisión de datos y redes informáticas», dice. Es por ello que Tolsa aprecia más un galardón como el premio Jaume I. «Es fantástico que se dé visibilidad con estos premios a las matemáticas, que no suelen llegar al gran público porque el lenguaje que involucran es difícil. Es un reconocimiento de que en España también hay buenas matemáticas», añade.
